Barbosa: “Sánchez no podía regalar al PP la imagen de que se niega al más mínimo diálogo"
- 9 MIN
¿Qué tal, buenos días? Saludos de Sergio Barbosa, en nombre de la gente que hace posible 'Herrera en COPE' en este jueves 31 de agosto de 2023.
Decíamos esta mañana a primera hora que “se nos acabó el mes de agosto de tanto usarlo”. Y es verdad que a uno siempre le queda cierta sensación de nostalgia cuando se acaba el verano, y ya lo que toca es volver a la rutina y comprobar que los días irán menguando y que las hojas de los árboles empezarán a caer más pronto que tarde.
Es verdad que hoy termina el verano climatológico y que el verano, como estación del año propiamente dicha, todavía aguantará hasta el 23 de septiembre. Pero quieras que no, hoy es uno de eso días, apostados en el camino, en el que te puede asaltar esa morriña que te lleva a hacer balance de situación y a preguntarte qué estará por venir...
A las cuántas estaremos, por ejemplo, cuando llegue Navidad. Bueno, pues eso ya se verá. Y las vemos con un razonable optimismo, pues mejor que mejor.
Sánchez-Feijóo, más de lo mismo
De momento, miren. Decimos que se nos ha acabado el verano, pero lo que no se nos acaba es la política de bloques. Ésa nos ha salido buena ¿como los jerséis que, por más que los lavas, no hacen pelotillas? pues un poco así. Esa no se gasta ni a la de tres.
De hecho, ayer fue la crónica de un desencuentro anunciado entre el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, y el candidato a la investidura y líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.
Ya ayer, cuando dejábamos la antena, pocos minutos antes de ese encuentro en el Congreso de los Diputados, vimos que la cosa iba a despacharse rápido porque Sánchez sólo había despejado su agenda una hora, antes de acudir a la ejecutiva del PSOE, en la calle Ferraz de Madrid.
Y, efectivamente, no estuvieron ni una hora. Unos 50 minutos que, entre que hacen el paripé de hablar del tiempo en lo que las cámaras y los fotógrafos les echan unos fotos y que, al final cumplen con la liturgia del que se despide y le dice al otro “venga hasta luego”; lo que pudo haber en el medio, lo que pudo ser tiempo efectivo de conversación, pues debió ser media hora.
Claro, tú en media hora ni despachas ni arreglas la dinámica tóxica, la dinámica perversa, en la que se ha instalado la política española. Y menos cuando una de las partes no tiene la más mínima voluntad, porque toda su estrategia política pasa, no sólo “por no arreglar”, sino por fomentar el distanciamiento con el centro derecha y el blanqueamiento de todos los elementos del populismo y el separatismo con los que al PSOE le puedan salir las cuentas.
Ayer Sánchez acudió “porque tenía que acudir”, porque no podía regalar al PP la imagen de un presidente del gobierno en funciones que se niega al más mínimo diálogo.
Sánchez tiene previsto acudir a la investidura, después de que no le salgan las cuentas a Feijóo y tú no puedes ir a Zarzuela a verte las caras con el Rey, después de haber despreciado el mandato del Rey. Porque si el Rey le pide a Feijóo que intente la investidura, los contactos que mantenga Feijóo para ese fin, se desprenden del propio mandato del Jefe del Estado. Con lo cual, tú no te puedes tomar a chufla el asunto tan alegremente.
Pero, claro, Sánchez acudió con desgana, como el que se pone a escuchar, por una simple cuestión de cortesía al comercial que nos quiere vender una nueva tarifa de móvil, que ya sabes de entrada que no te interesa.
¿Y qué le ofreció Feijóo a Sánchez? Pues un plan de portabilidad, para cambiar la política de bloques por una tarifa de centralidad política y con una permanencia de sólo dos años. Es decir, Feijóo le ha ofrecido a Sánchez, convocar elecciones en dos años, si le deja gobernar en minoría.
Y durante esos dos años, el líder del PP se compromete a impulsar seis grandes pactos de Estado, que llevaría a cabo con un ejecutivo de tan sólo 15 ministerios (por los 22 actuales que tiene Sánchez). Pactos sobre:
Bueno, pues después de ofrecer todo esto, Feijóo ha salido decepcionado de la reunión, porque dice que Sánchez le ha reiterado aquello tan suyo de “no es no”. Claro, también era de esperar. Feijóo le estaba vendiendo un plan que suena muy bien para aquellos que piden que la política española vuelva a la centralidad y la moderación, pero tiene una pega insalvable para Sánchez.
En el plan de Feijóo, el presidente del gobierno no sería Sánchez. Y ahí es donde se acaba cualquier posible entendimiento.
El PP, es verdad que consigue lo que buscaba, que es escenificar esa mano tendida y que la sociedad española tome nota de que el PP, en aquel verano del 23, tras aquellas elecciones del 23 de julio, ofreció un plan con seis pactos de Estado, abriéndose a la alternancia política. De manera, que si España se aboca a una legislatura esperpéntica con los separatistas dirigiendo las líneas maestras de la legislatura, y beneficiados de una amnistía igualmente esperpéntica, pues que la factura política de eso vaya a cargo del PSOE.
Otra cosa es como lo ven en el propio PSOE, donde se diría que tenían las respuestas y los chascarrillos con los que contestar a Feijóo, preparados de antemano. Si el día anterior, la portavoz en funciones del gobierno había hablado de “paripé” y de folclore para calificar el encuentro, sin conocer ni siquiera el contenido de la propuesta del PP; ayer Sánchez ni se molestó para hacer una valoración de la charla que había mantenido con Feijóo.
Se fue a Ferraz y se puso a despachar con la Ejecutiva del PSOE, que ahora mismo, como ha quedado el PSOE, es como despachar consigo mismo. Porque esa Ejecutiva socialista es como la asamblea general de la Federación de Fútbol antes de que Rubiales cayera en desgracia: lo que diga el líder, pues eso; y venga a aplaudir.
Y no porque lo digamos nosotros, que no hemos tenido el gusto de ser militantes del PSOE sino porque lo dicen socialistas de la vieja guardia que han conocido otros tiempos dentro de esa formación.
Los partidos, no nos engañemos, siempre han sido organizaciones enfocadas en ganar elecciones, y para eso hace falta una jerarquía pero no hace demasiadas décadas, en un partido como el PSOE todavía se toleraba la presencia de corrientes internas.
Ahora no, ahora lo que se lleva es el político posmoderno, que, cuando se le pregunta por algo tan solemne como un ofrecimiento de Pacto de Estado, en el marco de una investidura, utiliza palabras gruesas como 'pellejo': “Feijóo sólo busca salvar su pellejo”; empleando además una puesta en escena más propia de un tertuliano o un colaborador del show business televisivo que de un político al uso.
Pilar Alegría, portavoz socialista, y ministra de Educación, está siendo una de las revelaciones de estos tiempos políticos. Se le cae el sarcasmo de los bolsillos, pero de una manera que ya empieza a ser un poco impostada. Con esas respuestas preparadas de antemano que luego interpreta ante la prensa, quedándose callada durante unos segundos, mientras estira así el cuello hacia delante como las tortugas, como poniendo cara de “¿perdona?”.
Y, claro, no deja de ser curioso porque que eso lo hagan los trabajadores de un canal de televisión, de estos que se dedican a la sátira política, pues bueno, es lícito y tiene su público. Pero llevar ese registro a la sede del partido de gobierno empieza a ser un poco cargante. Responder con sarcasmo, y quedarse sólo en el sarcasmo sin que los ciudadanos de este país sepamos, a día de hoy, qué piensa realmente el PSOE de las propuestas presentadas ayer, no es de recibo.
Porque ¿qué piensa hacer el PSOE con la posibilidad de que las familias podamos compaginar el trabajo con el cuidado de los hijos?; ¿qué pasa con la educación, con la Sanidad, con el agua….? Estaría bien un debate entre adultos sobre esas cuestiones, más allá de ver a una señora hacerse la ingeniosa con chascarrillos propios de presentadora de televisión zurda….
Que para eso ya tenemos las televisiones. Los políticos deberían estar a otra cosa, y no tratar “un día como el de ayer” con esa displicencia por más que sepamos que lo del PP también tiene mucho de actuación. Pero es que, entre unos y otros, se nos olvida que al final, aquí de lo que se está hablando es “de las cosas serias" que afectan de la gente.
Ayer conocimos que los precios en agosto han vuelto a subir y que la inflación subyacente continúa por encima del 6%. Pero nada, aquí tenemos a políticos, que compiten por poner el tuit más ingenioso. Con el PSOE, por cierto, coincidiendo ya en argumentario y chascarrillos con Esquerra Republicana
Porque ayer, tanto Alegría como Rufián dijeron eso de: “han pasado de derogar el sanchismo a rogar al sanchismo”. Ay, qué gracia tenemos. Les faltó reírse y chocar los cinco, como diciendo “ahora mismo PSOE y Eequerra somos la misma cosa”.
Vamos, son tan “la misma cosa” que hay “diputados y votos socialistas” que ahora mismo están ejerciendo de diputados y votos de Esquerra en el Congreso, tras el cambalache de los grupos parlamentarios propios.
Ni que decir tiene, que a lo de la amnistía sí le están dedicando más de media hora, como ayer le dedicaron sólo al ofrecimiento del centro derecha. A ese asunto es a lo que están dedicando todas sus potencias socialistas y separatistas. Que ya le pueden echar tiempo, tiempo e imaginación para ver cómo inventarse una amnistía que, según ellos, quepa en la Constitución y no deje a la democracia española a los pies de los caballos.
Sumar ya ha dicho, por cierto, que ampliar la amnistía a Borrás, que ha sido condenada por trocear un contrato público para beneficiar a un amigo suyo, que lo mismo es demasiado, porque eso podría debilitar la amnistía que están cocinando. No, si al final tendremos que darles las gracias por ser tan considerados con el Estado de Derecho.
Y Urkullu proponiendo hoy en 'EL País' un pacto territorial para reinterpretar la Constitución, de manera que País Vasco, Cataluña y Galicia tengan derecho a decidir, sin necesidad de reformar la Constitución. Es decir, que les den lo que quieren sin que el resto de españoles puedan opinar.
No, desde luego, tontos no son.