Abordar el problema de la natalidad, cada vez más necesario: "Vamos hacia una soledad creciente"
Alejandro Macarrón, coordinador del observatorio demográfico del CEU, explica por qué el crecimiento de la población española solo es un espejismo en la situación demográfica
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En España nunca antes habíamos sido tantos: en total 48.345.000 habitantes. Es la última cifra actualizada del Instituto Nacional de Estadística que hemos conocido esta semana, que registra durante el segundo trimestre del año un crecimiento de 135.000 personas.
Unos datos que destacan dentro del invierno demográfico que vivimos en nuestro país, con un progresivo envejecimiento de la población, mientras baja preocupantemente la tasa de natalidad. Somos el segundo país de Europa en donde nacen menos niños.
Por ello, ese paradójico crecimiento de la población “solo se explica por la inmigración”, según Alejandro Macarrón, coordinador del observatorio demográfico de la Universidad CEU San Pablo. “Los españoles mueren más de los que nacen, por lo que el grueso de las cifras se explica por la llegada de población inmigrante”. El coordinador del observatorio apunta que llevamos en saldo negativo desde hace años.
Precisamente de este aumento de la población mayor frente a la falta de nacimientos trató el especial de COPE 'La España envejecida', donde abordamos desde diferentes puntos de nuestro país y con numerosos protagonistas las consecuencias de esta situación demográfica.
¿Qué pasará dentro de 10 años?
Los cambios en las tendencias demográficas son lentos, no pasan de un día para otro. Los índices de natalidad han bajado tanto que hoy en día hay más de un millón menos de niños menores de 10 años en España en comparación con 2013. Por esta razón cabe preguntarse en qué circunstancias nos encontraremos dentro de otros 10 años. “Vamos a cada año menos nacimientos y hacia un porcentaje cada vez mayor de personas ancianas, y eso puede ser modificado o complementado de alguna forma por la inmigración, o no”, comenta Macarrón.
De todos modos, no es muy acertado creer que la inmigración es la solución a la falta de nacimientos y al envejecimiento de la población española. Hay que tener en cuenta que las cifras de paro en nuestro país son una de las más altas de Europa, como recuerda el coordinador del observatorio. “La inmigración se justifica y tiene su sentido cuando hace falta mano de obra, pero cuando hay unas tasas de paro tan altas no se entiende”.
En este sentido, aboga por la importancia de que esta población extranjera esté bien integrada en el conjunto de la sociedad, sobre todo, para evitar casos como el de los recientes disturbios ocurridos en Francia.
Si siguen estas dinámicas, dice Macarrrón, nos encaminaremos hacia una sociedad cada vez más envejecida, con menos niños, y con una tasa de población extranjera bastante elevada.
Un problema que no está encima de la mesa de los políticos
A pesar de la situación cada vez más crítica que tenemos en cuanto al envejecimiento, se trata de un problema que pasa bastante desapercibido en la agenda política y no se pone encima de la mesa ahora que estamos inmersos en negociaciones para llegar a pactos y acuerdos. Alejando Macarrón ha aprovechado también para exponer los retos que debería plantearse el próximo Gobierno en esta materia.
“Si no se habla de un problema, no se puede abordar”, apunta el coordinador del CEU. Por eso, aboga por que, tanto desde el Gobierno como también desde la sociedad civil, se impulse la investigación y la concienciación para intentar revertir la deriva demográfica. “Lo primero es concienciar, y hace falta también ayudar y apoyar a las personas que quieran tener hijos, y estimular a que haya más personas que quieran tener hijos”.
Con esta tendencia hacia la pirámide invertida, es decir, cada vez más población mayor que infantil, obviamente se agrava el problema de las pensiones. También el gasto en sanidad, como subraya Macarrón. “Las personas mayores no solo reciben una pensión”, además están exentas de pagar sus tratamientos y medicaciones, por ejemplo, o van a requerir más gasto en ayudas a la dependencia, debido al aumento de la esperanza de vida.
Más allá de lo económico, otro problema acuciante es el de la sociedad. “Vamos hacia una sociedad con una soledad creciente, se ha multiplicado por seis el porcentaje de personas que viven solas en los últimos 50 años”, señala Alejandro Macarrón, que ve el origen de esta preocupante situación en la desestructuración de las familias. “Hay unas tasas de divorcio altísimas, y cada vez menos gente se casa y forma parejas estables, lo que lleva a que se tengan menos hijos”.