a pesar de las adversidades, siempre hay un camino hacia la luz
El monólogo de Irene Pozo en 'La Linterna de la Iglesia'
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Qué tal, muy buenas noches. Vivimos tiempos un tanto complicados. El año 2024 ha sido difícil en materia económica, política y social. Un año que ha puesto de manifiesto el cambio de época que estamos afrontando y que no por ello debemos pensar en algo negativo, más bien debemos mirar al presente y al futuro como una nueva oportunidad.
Sin ir más lejos, las inundaciones de la DANA nos recordaron, una vez más, que nos necesitamos unos a otros, que solos no podemos. En medio de la catástrofe surgieron espacios donde fuimos capaces de sacar lo mejor de cada uno de nosotros.
Cansados por el creciente ambiente de crispación y confrontación, por esa pérdida del sentido del bien común que venimos arrastrando, la solidaridad y la generosidad abrieron paso a un escenario que nos devolvía la confianza en el ser humano.
A pesar de vivir en una crisis que parece que nunca acaba, de los problemas de vivienda, de trabajo, o mismamente la soledad no deseada con la que conviven a diario tantas personas… tenemos que mirar al futuro con fe y confianza.
Acabamos de comenzar a caminar por el Jubileo 2025 como peregrinos de esperanza. Una esperanza que muchas veces está más cerca de lo que imaginamos y que muestra que no estamos tan mal. Quizá la cuestión está en aprender a ver las cosas de otra manera. De ahí brota la esperanza cristiana, de la certeza de que, a pesar de las adversidades, siempre hay un camino hacia la luz…
Y al final uno se da cuenta de que basta con apreciar pequeños gestos a nuestro alrededor para cambiar la forma de apreciar el mundo. Para creer de nuevo en el ser humano. Para compartir con cada hermano lo mejor de nosotros mismos. Para escuchar, para creer.
De estos días, me quedo con el rey Gaspar de la cabalgata de Sevilla arrodillado a su paso ante la basílica de la Macarena. O con el precioso Belén que recorrió las calles de Madrid gracias a la carroza del arzobispado. O con su rey Melchor que reconocía que les movía la esperanza al ponerse en camino para conocer a Jesús… una esperanza que es posible hoy. Como recordaba el Papa Francisco en Nochebuena, solo hay que abrir la puerta santa del corazón a Dios.
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