Irene Pozo: "El problema migratorio se ha convertido en uno de los retos más importantes de nuestro tiempo"

La directora de 'La Linterna de la Iglesia' reflexiona sobre el drama migratorio cuando se cumple un año de la tragedia sucedida en la frontera de Melilla

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Irene Pozo: "El problema migratorio se ha convertido en uno de los retos más importantes de nuestro tiempo"

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En una semana donde todavía permanece en nuestras retinas la sobrecogedora imagen que nos deja el naufragio de un barco frente a las costas de Grecia, en el que viajaban cientos de migrantes y donde cerca de 80 personas perdían la vida y muchas otras permanecen desaparecidas, uno se pregunta por qué. Por qué una vez más tenemos que lamentar lo ocurrido y por qué no somos capaces de ver la necesidad de regulación de los flujos migratorios a través de vías legales y seguras.

Mañana se cumple un año de la tragedia ocurrida en Melilla cuando decenas de migrantes, en su mayoría procedentes de Sudán, perdían la vida intentando saltar la valla para entrar en Europa. Fallecieron 37 personas. 77 continúan desaparecidas.

O sin ir más lejos, hace unas horas, un cayuco con 38 migrantes a bordo, llegaba al muelle de Los Cristianos, en Tenerife. 31 adultos y 7 menores. Gracias a Dios, presentaban todos buen estado de salud.

Detrás de cada cifra, una persona, con una historia de vida. Huyen de la guerra, la violencia, el hambre, las catástrofes naturales o simplemente en busca de un futuro mejor. Pero no lo tienen nada fácil.

Me da rabia porque la experiencia de acogida que hemos vivido en Europa con los refugiados ucranianos ha demostrado que con voluntad, es posible. Sin embargo, otros no tienen la misma respuesta. ¿Cuál es la diferencia?

Los obispos españoles pedían hace unos días, tras lo vivido frente a las costas griegas (ya lo hicieron también con la tragedia de Melilla) políticas y leyes que garanticen vías legales y seguras. Y también enumeraban los factores que habían provocado esa situación y sobre los que se pueden trabajar: la falta de futuro en los países de origen, el despreciable lucro de las mafias y las políticas y leyes europeas, o el rechazo al migrante que se va extendiendo por la sociedad…

Yo no se si nos hemos vuelto insensibles ante este drama social, no se si somos conscientes del problema migratorio… lo que si se es que se ha convertido en uno de los retos más importantes de nuestro tiempo. Y también se que el camino que propone la Iglesia con la acogida, la protección, la promoción y la integración, es un camino de fraternidad. Una fraternidad que, como dice el Papa Francisco, es un camino largo y difícil, pero “es ancla de salvación para la humanidad”. “O somos hermanos, o todo se derrumba”.

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