Encuentra un yacimiento en Badajoz y, diez años después, descubre el verdadero tesoro: escrito en una tabla
Dos arqueólogos e investigadores del CSIC explican en 'La Linterna' cómo ha sido este hallazgo y qué puede significar para nuestra historia
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La arqueología, más que una profesión, es una pasión. Los profesionales que estudian e investigan nuestro pasado, sueñan con dirigir la excavación que saque a la luz el descubrimiento que dé respuesta al paso de nuestros antepasados por el planeta. Como Howard Carter, que llegó a la tumba de Tutankamón, o la pareja Louis y Mary Leakey que descubrieron una nueva especie de homínidos: el Homo Habilis.
Este ha debido ser el sueño de los arqueólogos Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, porque gracias al trabajo que han realizado en el yacimiento de Casas del Turuñuelo. Han dado un paso más en el conocimiento de los Tartessos.
Para hablar de esta civilización tenemos que viajar hasta el siglo X a.C. Este pueblo vivió en el suroeste de la Península Ibérica, lo que hoy son las provincias de Huelva, Sevilla, Cádiz o Badajoz. Hasta ahora, los Tartessos han sido los grandes desconocidos.
Esto tiene una explicación, como explicaba Sebastián Celestino, que es arqueólogo, investigador del CSIC y codirector de las excavaciones.
"Los tartessos en el imaginario popular lo identifica con la leyenda, pero no la realidad histórica, y no deja de ser una civilización. Arqueológicamente no se ha documentado bien porque todos los restos arqueológicos están debajo de las ciudades" decía.
El proceso de la excavación, con el que encuentran un tesoro
Precisamente el que se tratara de una civilización tan desconocida resultó ser un aliciente para Sebastián, y de esto hace ya 30 años. Unos estudios que le llevaron a Badajoz. La casualidad, como en otros muchos episodios arqueológicos, les llevó a descubrir que debajo de una pequeña elevación de tierra se escondía unos restos tartésicos.
Se trataba de seis metros de lodo que habían llegado hasta allí por las crecidas del Río Guadiana. Era el año 2014, como él recordaba. "Estábamos con un proyecto que era reconstruir el paisaje en época tartésica, fuimos haciendo sondeos para ver a través del polen y semillas para verlo, cuando hicimos el sondeo, solicitamos los permisos para hacer ya una excavación".
El yacimiento tomó el nombre de Casas del Turuñuelo. Allí se toparon con un edificio de dos plantas, hecho de adobe. La primera campaña comenzó en 2017. Desde entonces, el edificio no ha dejado de sorprenderles. Cada excavación les aproximaba un poco más a esta desconocida civilización.
"Hemos visto que tiene su propia originalidad, es difícil ir excavando porque nos encontramos con distintas sorpresas, no tenemos un diseño final de cómo será el edificio, queda efectivamente más de la mitad por excavar" explicaba.
Una de las mayores sorpresas se encontraba en su interior. En el patio del edificio, descubrieron más de medio centenar de animales sacrificados: 6.770 huesos de vacas, cerdos y, sobre todo, caballos. Todos en perfectas condiciones. Algo les había obligado a abandonar precipitadamente el lugar.
"Es pánico, los dos primeros vale, pero tuvimos que ir configurando un equipo. Cuando estaba el patio lleno de animales, era tal el poder de la visión del sacrificio que la gente se quedaba absolutamente extasiada" expresaba.
Las causas de la huida no están claras. Las teorías tradicionales señalan a los celtas y a una posible invasión. Pero Sebastián apuesta más por una marcha planeada por las lluvias, un clima que impedía obtener buenos cultivos y alimentos.
Un gran tesoro encontrado
El pasado viernes se cerró la sexta campaña en el yacimiento de Casas del Turuñuelo. Sus trabajos se han centrado en encontrar la puerta por donde habitualmente se entraba a estas casas. Esther Rodríguez es investigadora del CSIC y arqueóloga y junto a Sebastián dirigen las excavaciones.
"Cuando uno sale del edificio, se encuentra una gran calle empedrada y comunica con esta serie de habitáculos y espacios vinculados con la artesanía, donde ha aparecido esta tablilla. Hemos encontrado el taller de un alfarero con todos sus elementos, incluso los últimos 50 platos que modeló antes de marcharse de allí" decía.
La tablilla de la que habla ha sido el hallazgo más importante de la civilización tartésica. Está hecha de pizarra y apenas ocupa 20 centímetros. Al principio pasó desapercibida hasta que limpiándola descubrieron que aportaba mucha información. El epigrafista Joan Ferrer les dio la claves, como explicaba en COPE.
"Habíamos conseguido varias representaciones dentro de la tablilla, ha sido una sorpresa para nosotros cuando nos contactó este finde para alertarnos de que había una serie de signos, y ha conseguido individualizar varios de estos signos".
Eran 21 signos escritos de izquierda a derecha en el borde exterior de la placa, aunque no está completa. De llegar a verse entera, podría llegar a los 32 signos. Se trataría del tercer abecedario paleohispánico del que hay constancia. Cada año descubren una pieza que aporta nueva información.
En 2023, aparecieron unos relieves: Las cinco primeras representaciones de figuras tartésicas con rostro, datan del siglo V a.C. "La primera vez que vimos a un tartesso a los ojos, las representaciones se cuentan con los dedos de una mano. Aunque tienen un aire mediterráneo y elementos propios, nunca habíamos visto cómo se portaba, todavía no sabemos si serán aristócratas, reyes, príncipes, dioses".
Aparte de la tablilla han descubierto que los seis peldaños inferiores de la escalera son de mortero de cal. Lo que la convierte en la evidencia de mortero de cal más antigua de la península.
A este resto hay que sumar una escultura de mármol griego del que solo quedan los pies. También tiene el honor de ser la más antigua de la península. Pudieron ser parte de una representación de la diosa Astarté. Todo esto está resultando un sueño para Esther, aunque le sigue pidiendo algo más al yacimiento.
"Mi sueño era encontrar escritura, el culmen sería un archivo que pudiéramos descifrar todo este diccionario. El último paso es que se abriera al público, y trasmitir la pasión y el entusiasmo que todo el equipo ponen".