El invento de un ingeniero que puede revolucionar los nacimientos: antes costaba 50.000 euros, ahora 300

Alejandro Escario, ingeniero de Telecomunicaciones, ha sido premiado por realizar una versión 'low-cost' de un elemento sanitario clave

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

El sistema sanitario de los países en vías de desarrollo es casi inexistente. El programa de COPE La Linterna ha sido testigo en varios de los viajes que ha realizado al extranjero de la situación tan precaria en la que viven. Llegar a un centro hospitalario, que un médico te pueda atender no está al alcance de la mayoría de los habitantes de aquellas zonas.

Esta imagen llevaba años quitando el sueño a un ingeniero de 25 años, Alejandro Escario, que ha creado un invento que podría revolucionar los nacimientos de bebé en el mundo y, en especial, en esos país. Una versión 'low-cost' de un aparato o dispositivo clave para acompañar a esos recién nacidos.

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El invento de Alejandro para los nacimientos

Según la OMS, se estima que en 2020 uno de cada 10 nacimientos fueron prematuros. La supervivencia de estos bebés depende principalmente de los cuidados a los que son sometidos. En los países con recursos, la mayoría de estos niños sobreviven, mientras que en los países con rentas bajas, la mitad de los nacidos entre la semana 32 y 36, mueren.

La atención básica, la falta de calor y las dificultades respiratorias dificultan la supervivencia de los recién nacidos. Por eso, el proyecto de Alejandro, que ya lleva varios años en marcha, ha resultado un salvavidas para estos niños. Explica en La Linterna que la idea nace en 2015: “decidí hacer un cambio de vida y busqué un proyecto que confluyera en tres proyectos”. “Tras ver posibilidades con compañeros, vimos que era un opción interesante. Cuando se presentó ese año como proyecto de Fin de Máster empezó la andadura a ponerlo en producción, que funcionase y llegase a donde tenía que llegar”.

Es Alejandro Escario, ingeniero de Telecomunicaciones y uno de los líderes del proyecto, ha creado una incubadora 'low-cost'. Y es que el precio medio de una incubadora oscila entre los 5.000 y 50.000 euros. Por el contrario, la de Alejandro cuesta menos de 300 euros. “Básicamente lo que busca es reducir al mínimo los costes, por eso a veces se sacrifica un poco de precisión y exactitud, siempre dentro de las normas. Así, permite usar unos componentes baratos y más accesibles, y el diseño no es privativo, no tenemos que pagar para usarlo”.

“Se puede hacer de cualquier material”

Lo innovador y bonito del proyecto es que, partiendo de un diseño que ya existe en el mercado, el ingeniero ha construido una incubadora que permite salvar muchas más vidas y que “está diseñada para que se pueda hacer de cualquier material, de plástico a metacrilato, incluso madera apropiadamente tratada”.

Otro de los problemas que tienen los países en vías de desarrollo es que cuando se les envía material sanitario muchas veces, por falta de conocimientos técnicos del personal, no se puede aprovechar. Alejandro también tuvo en cuenta esta situación: “El sistema lo que pretende es crear un ecosistema que ayude a generar empleabilidad local, propagar conocimiento y que ayude en el tema de la salud. Tenemos un equipo en España pero, siempre que es posible, se da formación a gente local para que pueda dar soporte o incluso ganarse la vida con esto”.

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Un premio para Alejandro por su invento

La incubadora se envía con un manual de instrucciones para armarla y, en caso de avería, repararla, Este prototipo se ha desarrollado en el FABLAB Madrid CEU, un laboratorio que pertenece a la red mundial de laboratorios del 'Center for Bits and Atoms del Massachusetts Institute of Technology', el MIT.

Esta semana Alejandro Escario ha sido premiado por este proyecto en los XXVII Premios CEU Ángel Herrera en la categoría Alumno Junior. “Quién me iba a decir a mí hace 8 años que despu´çes de un cambio radical en la carrera iba a estar aquí, recibiéndolo por un proyecto de fin de carrera que no esperábamos que fuera a llegar aquí. Realmente el premio lo tenía que dar yo a la fundación, y estoy inmensamente agradecido a las personas que la conforman. Han sido capaces de sacar de mí talentos inimaginables, de hecho desde principio apoyaron el proyecto antes de que saliese”, explica en La Linterna.

“Tengo imágenes de 3 o 4 niños dentro de una incubadora de cartón ”, reconoce. Actualmente 10 personas forman el equipo que está trabajando en los pedidos que han recibido de países de todo el mundo, en su mayoría, aquellos cuyas economías son muy frágiles.

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