Miedo, inseguridad y ansiedad a largo plazo: las devastadores consecuencias del bullying incluso años después

Iñaki Zubizarreta, exjugador de baloncesto, explica en 'La Linterna' el horror de sufrir acoso escolar, algo que ha vivido en sus carnes hasta el punto de querer morirse

Ana RumíRedacción La Linterna

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Jonathan tiene 12 años, ha crecido en Granada y de mayor quiere ser biólogo. Es un niño que tiene altas capacidades y que a los 6 años empezó a sufrir acoso escolar.

Contaba en Herrera en COPE que ha sufrido bullying de todo tipo: desde agresiones físicas, hasta violencia verbal, pasando por que le dejaran solo la mayor parte del tiempo. Decía que, de todos ellos, el que más le había dolido era el de "sentirse solo". Una realidad que, por desgracia, no es aislada.

Y es que, según varios estudios, más del 80% de los niños que ven cómo se acosa a un compañero no hacen nada. Si Jonathan llevaba un zumo para la merienda, los compañeros se lo vaciaban en la mochila. Si subía al comedor, los compañeros le quitaban la comida. Si salía al recreo, no tenía a nadie con quien hablar.

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Todo ese cúmulo de cosas hizo que su madre, coincidiendo con la hora del recreo, acudiera durante un año a la valla del colegio. Era la única forma de que Jonathan no estuviera solo.

Cuando Jonathan subía al aula, Evelyn se montaba en el coche y rompía a llorar. Aquella tortura duró un año, hasta que consiguió cambiarse de colegio. Según la OMS, en España al menos 2 de cada 10 chavales sufren este tipo de acoso todos los días, y el 99% de las veces el que se cambia de colegio es el niño que sufre la agresión. Algo que resulta, por qué no decirlo, tremendamente injusto.

En La Linterna queremos aportar nuestro pequeño granito de arena y hablar de esta lacra social, coincidiendo con el Día Mundial Contra el Acoso Escolar.

Datos muy preocupantes que se buscan mitigar

Si miramos los datos, comprobamos que casi 220.000 estudiantes son víctimas de acoso escolar en España. Hay más de 74.000 acosadores. También existen un 16% de alumnos que se identifican como testigos, es decir, 5 niños por aula. Si juntamos todos estos datos, nos sale que España ocupa el tercer puesto del mundo en número de casos de acoso.

Según un estudio que elaboró la Universidad Complutense en 2023, 44.000 estudiantes en España víctimas de acoso han pensado o intentado quitarse la vida alguna vez. Ahora mismo, la primera causa de suicidio entre niños y adolescentes es, precisamente, el acoso escolar.

El suicidio es el caso más extremo, pero también hay otras consecuencias. Ansiedad, dificultad en las relaciones sociales, inseguridad, baja autoestima, que se pueden arrastrar en la edad adulta.

Sin embargo, seguro que tienes la sensación de que cada vez se habla más de este problema. ¿Por qué si los protocolos de actuación son cada vez más exhaustivos, no conseguimos hacer que los casos bajen?

De ser acosado a luchar contra los que lo hacen

Podemos hablar de cifras, de protocolos, de medidas. Sin embargo, no va de esto. Esto va de niños y niñas con nombres y apellidos.

Nuestro siguiente nombre seguro que te suena: Iñaki Zubizarreta, exjugador de baloncesto. Ha militado en equipos como el Tenerife, el Club Baloncesto Zaragoza, el Ciudad de Huelva y llegó a ser campeón de la Copa del Rey con el Pamesa Valencia. Detrás de su historia deportiva, se esconde la vida de un niño que empezó a sufrir acoso escolar a los 11 años.

Iñaki llegó a plantearse el suicidio. Ahora, el ex pívot de la ACB ha hecho de la lucha contra el bullying una bandera y trata de concienciar a la sociedad de la importancia de no callarse. Lo hace impartiendo charlas en los colegios.

A él, el acoso le llegó conforme empezó a crecer. Con quince años ya medía más de dos metros, y eso se volvió un motivo de insulto para sus compañeros. Iñaki siempre pensó que se trataba de eso, de su altura, pero ha constatado con compañeros "igual o más grandes" que nunca tuvieron ese problema.

Iñaki Zubizarreta

"Es simplemente porque te eligen. Con 14 años el problema partió en la calle, el padre de un compañero que me puso un mote que caló y que utilizó mi tutora delante de otros alumnos, a partir de ahí empezó todo" contaba.

Eso le rompió el corazón, porque el acoso nunca cesó y arremetieron contra él cada vez que tuvieran ocasión. Así, llegó al punto de querer quitarse la vida. Algo que, aunque haya pasado mucho tiempo, sigue arrastrando.

"Tiene una intensidad y una marca muy complicada. Los chavales no tienen un lugar donde refugiarse, las redes te destruyen, puede ser letal y aprovecho para agradecer a las personas sin las que no lo hubiera podido conseguir, un psicólogo experto en acoso escolar y Jesús, quien me dio las claves para reconstruir esa parte que tenía más rota. El primer amor a reconstruir es el amor propio" explicaba en COPE.

Pero, ¿por dónde puede pasar la solución? Para él, hay que "contar con los chavales. Necesitan de nosotros dos cosas: un espacio seguro y alguien que les escuche sin crítica. Hace falta presencia en los centros escolares, quienes ejercen la docencia, que se planteen esa responsabilidad, en el descanso es cuando más atentos tienen que estar" expresaba.

Y hace un llamamiento a esas personas que, aunque no lo sufran, lo presencian. "Si os calláis, os convertís en cómplices y tenéis la misma responsabilidad que el que lo hace".

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