Diego Garrocho: "A Elena Tejada, la infiltrada, le ofrecieron desde el Ministerio lo que quisiese, y pidió un Ford Fiesta blanco"

¿Qué es lo que nos convierte en héroes? Los seres humanos, en ocasiones, muy pocas, cometemos actos heroicos. Y no está tan claro cuál es el móvil que permite que una persona normal sea capaz de ejecutar acciones que exigen un extraordinario valor. Una de estas personas excepcionales es Elena Tejada, la policía en quien se basa la película 'La Infiltrada', la cinta que el pasado sábado ganó ex aequo el Goya la Mejor Película junto con 'El 47'. 

Elena Tejada se infiltró en la banda terrorista ETA durante 7 años. 7 años de riesgo en los que su vida no dejó de estar en peligro ni un solo minuto. Pero vayamos a Grecia, como tantas veces. El mito nos cuenta que Aquiles, el mejor de los aqueos, fue a la guerra de Troya para ganar la inmortalidad. Ya saben cuál fue el dilema del héroe homérico. Si no hubiera ido a combatir a Troya, habría tenido una larga vida, plácida pero insustancial y todo el mundo le habría olvidado. La otra opción era comparecer en la batalla y entonces moriría joven pero su nombre sería recordado por toda la eternidad. Y como todos saben, Aquiles optó por lo segundo.

Elena Tejada fue la primera mujer que se introdujo en la banda terrorista ETA con fines policiales y al término de su misión, lo recordaban hoy compañeros en el periódico de España y en el mundo, el entonces ministro del interior Jaime Mayor Oreja le ofreció en justa reciprocidad concederle cualquier cosa que pidiera. Un buen sueldo vitalicio, un destino en una embajada o un puesto suculento en el ámbito empresarial habrían sido un pago justo para compensar su altísima y arriesgada tarea.

Tejada no pidió nada pero ante la insistencia de las autoridades gubernamentales propuso como compensación: un Ford Fiesta Blanco, un modesto utilitario. Eso fue lo que España le devolvió a esta mujer tras siete años de entrega absoluta. Con su humilde petición, Elena Tejada terminó de perfilar el relato de heroína de su historia porque no fue la fama como Aquiles ni por supuesto una retribución económica como la que exigen tantos mercenarios lo que la inspiró.

Elena Tejada arriesgó su vida por ti, por mí y por nosotros y lo hizo, y esto es lo más conmovedor de todo, por un puro sentimiento de deber.