Diego Garrocho: "Que a nadie se le olvide que son los ciudadanos los que deben exigir a los gobernantes y no al contrario"

El filósofo Diego Garrocho reflexiona en La Linterna sobre la gestión por parte de los políticos a los problemas del país

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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La torpe y negligente reacción de nuestros políticos a la dana generó airadas quejas entre la población que vio cómo una catástrofe natural cambió para siempre sus vidas. Los vecinos de localidades como Torrent, Paiporta, Chiva o Cheste se organizaron de forma autónoma para suplir la torpe cobertura que durante días brindó el Estado. Casi dos meses después, todavía son muchas las personas que, por ejemplo, están teniendo problemas para cobrar las ayudas.

Mientras la población sufría, el gobierno aceleraba los trámites para aprobar un Consejo de Radiotelevisión Española a su medida, y Carlos Mazón apenas era capaz de balancear una explicación verosímil para explicar dónde estaba cuando se desencadenó la catástrofe. Después, en el Congreso de los Diputados hemos seguido viendo cómo las responsabilidades pasaban de unos a otros y a la colección de indignidades habituales en las Cortes pronto se sumó una nueva cascada de reproches cruzados.

En aquellos días cundió la sensación entre la población de que la clase política volvía a no estar a la altura. Muchas voces, en lugar de lamentar el quehacer de los políticos, censuraron la actitud reivindicativa del pueblo valenciano. Fue entonces cuando se comenzó a tildar como antipolítica la actitud que impugnaba la acción de los gobiernos. Por antipolítica se entiende una actitud antisistema, una negación de la política institucional y un hartazgo lo suficientemente intenso como para querer cuestionar o impugnar el statu quo del sistema en que vivimos.

La política institucional es el mejor recurso que tenemos, el más civilizado, el más seguro y el más prudente para convivir pacíficamente. Sin embargo, el prestigio, el afecto y el apoyo a las instituciones no puede presuponerse, tiene que ser siempre la consecuencia de una acción diligente y responsable de gobierno. La culpa no es de quienes abrazan la antipolítica, sino de aquellos que han creído que contaban con un crédito ilimitado para disfrutar de sus privilegios.

Política institucional, siempre, pero que a nadie se le olvide que son los ciudadanos los que deben exigir a los gobernantes y no al contrario. El problema no es de quienes abrazan la antipolítica desesperados, sino de quienes han favorecido su aparición.