Luis del Val: "La fiebre del coltán está rodeada de un sumidero de abusos, matanzas, esclavitud y guerras que no salen a la luz"

El periodista reflexiona sobre la guerra en la República Democrática del Congo y los intereses económicos que hay detrás

Luis del Val

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De vez en cuando la posibilidad de hacerse rico con un golpe de suerte sacude a una sociedad y se produce una especie de fiebre que impele a que sean muchas las personas que se desplazan a esos lugares donde puede surgir el premio del gordo que aguarda debajo de la tierra

Fue famosa la fiebre del oro que se produjo en California a mediados del siglo 19 y que hizo que se explorara hasta Alaska buscando el preciado metal. Duró hasta casi los años 60 del siglo pasado. Otra más moderna fue la fiebre del petróleo. El descubrimiento súbito de un campo de petróleo en Pensilvania provocó una febril búsqueda del llamado oro negro. Tanto duró aquello que en 1956 se estrenó en España una película titulada 'Aquí hay petróleo', donde en un pueblo de secano vienen unos estadounidenses a perforar en búsqueda de petróleo. Los del pueblo hacen lo mismo en sus tierras y descubren, no petróleo, pero sí agua que les permite regar.

La fiebre del coltán es la última y está rodeada de un sumidero de abusos, matanzas, esclavitud y guerras que no salen a la luz porque las empresas y los países que explotan ese mineral no quieren que se sepa. 

Gracias al coltán llevamos unos cómodos teléfonos que apenas abultan, pero esa comodidad del pequeño tamaño de la que disfrutamos se sustenta en unas excavaciones mineras sin inversión de seguridad y donde a veces el material radiactivo que puede ser vecino del tantalio enferma y mata a los inocentes mineros.

El mundo se ha globalizado pero la avaricia y la riqueza pueden quedar constreñidas a un pequeño territorio de África donde las matanzas, aparentemente tribales, son fruto de la codicia o de la estrategia política de los estados.