Madrid - Publicado el - Actualizado
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Seis de la tarde en pleno centro de Madrid. Ya se ha convertido en una estampa habitual: jóvenes subsaharianos recogiendo sus mantas en cuanto ven llegar al coche de la policía. Pero la cosa ha cambiado, ya no corren... Han encontrado amparo en el ayuntamiento de Manuela Carmena y esperan tranquilamente a que los agentes pasen para estirar su manta de nuevo.
Es entonces cuando nos acercamos hasta uno de ellos para preguntarle qué es lo que vende: “Bolsos a 20 euros”, dice. Les preguntamos si son de imitación y nos responde que sí con total naturalidad. Acto seguido, dos señoras regatean con el mantero para llevárselo por 18. Lo consiguen. Se marchan satisfechas.
Los vendedores ilegales expanden sus mantas frente a los negocios que venden esos mismos productos con el distintivo de la marca. Entramos en uno de ellos, la respuesta es clara. Están cansados de la permisividad con las que se les trata. Parece que a nadie les importa. Asegura que los Policías están maniatados ya que no pueden detenerles. Los comerciantes están indignados. Dicen que, en alguna ocasión, los manteros han llegado a enfrentarse con la policía.
Señalan a las mafias como las culpables de todo: “Ellos son solo víctimas, hay un negocio detrás”, nos asegura una señora. Pero, ¿quién se esconde detrás? Un grupo de seis manteros se despliega frente a un centro comercial. Decimos que somos periodistas y queremos saber cómo han llegado a España. Cuando uno de los chicos va a hablar, otro le grita para que no lo haga, así que nosotros preguntamos quién es el jefe. “Déjate de tonterías, nadie es el jefe. He venido de África en patera, soy pobre, tengo que trabajar”, nos dice el hombre que minutos antes mandaba callar a su compañero.
Así que avanzamos unos pasos y lo intentamos de nuevo. Un joven vende camisetas de fútbol. 35 euros cada una. Le preguntamos cómo ha llegado a España y, en cuanto ve la grabadora sin tiempo para decir que somos periodistas, amenaza con tirárnosla al suelo.
Lo intentamos una vez más. El último de nuestros protagonistas es cordial desde el inicio. Trata de vendernos la camiseta de Griezmann ofreciéndola a precio reducido, 25 EUROS. En cuanto le decimos que somos periodistas, su actitud cambia. “Journalist no, journalist no. Lárgate de ahí”. Puerta del Sol, seis y media de la tarde.