Ángel Expósito: "A nadie importan los millones de mujeres recluidas bajo sus burka"

La primera vez que viajé a Afganistán aterricé en un Hércules del Ejército del Aire en mitad de Qal i Naw, en una calle del pueblo habilitada como pista de aterrizaje. Los boinas verdes tomaron posiciones y, poco después, me contaron un episodio que refleja qué es una sociedad medieval en pleno siglo XXI.

Dos columnas de soldados de la BRILAT, descargaron un cargamento de material sanitario. Al terminar, el mulá ordenó deshacerse de la mitad de la carga. El barbudo ordenó devolver todas las cajas que pasaron por las manos de una mujer soldado española. Todo ese material era impuro porque lo había tocado ella.

Tras casi 20 años, nuestra parte del mundo ha puesto fin a la intervención en Afganistán y los talibanes no han tardado ni tres meses en ocupar casi todo el país. Ni británicos, rusos, Estados Unidos o la OTAN. Nadie en la historia ha asumido el coste de acabar con esos salvajes. ¿Y ahora qué?

Pues desde ya, regreso al medievo. A nadie importan los millones de mujeres recluidas bajo sus burkas, ni los niños secuestrados como suicidas. Nos conformamos con que no salgan de allí. Pero saldrán. Y entonces habrá que regresar y todo será peor.