Cáritas se lleva un aplauso por continuar con su compromiso social aunque algunos voluntarios no puedan serlo
Julio César Herrero ensalza la labor de la ONG católica en favor de los más vulnerables también en la crisis del coronavirus
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A Cáritas
Ya lo sé. Ya sé que quizá pueden pensar que no es que me haya esforzado precisamente para aplaudir a esta organización. Que en esta emisora reconozca a Cáritas igual les resulta muy fácil o previsible. Pues ¿saben qué? Que igual no lo es tanto. Porque miren: en más de dos meses hemos mirado a iniciativas originales, extraordinarias, novedosas… Es lo que tiene el periodismo; que se fija en estas cosas.
Y ¿saben qué? Que esto que nos llama la atención, que nos sorprende, nos emociona y nos reconcilia con el mundo -que dicen algunos intensos-, lo llevan haciendo algunos desde hace mucho tiempo. Hablo de ayudar. Y lo hacen cuando al resto le va bien la vida. Y lo hacen, cuando a los que les iba bien la vida, ya no les va tanto. Y lo hacen, para quienes nunca les ha ido bien la vida. Y me parece que es de justicia resaltarlo; no vaya a ser que, como es lo habitual, lo descontemos. Porque los voluntarios que entregan su tiempo para repartir alimentos también se ponen en riesgo. Y eso no estaba en los papeles cuando se hicieron voluntarios.
¿Y saben qué más? Que Cáritas continúa con su compromiso social aunque quizá algunos voluntarios no puedan serlo, cuando más quisieran, porque ellos mismos son población de riesgo; pero no social, sino sanitario. Y quiero pensar que para un voluntario no poder estar cuando la situación más agobia a los vulnerables debe de ser triste. Por eso me parece que Cáritas merece un aplauso, aunque las razones quizá no sean las que ustedes suponían. Y si las suponían, el aplauso también se lo llevan ustedes.