La Armada Invencible

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Tal día como hoy en 1588 zarpaba de Lisboa la Armada Invencible. La Grande y Felicísima Armada. El plan de Felipe II era acabar, con un zarpazo que fuese definitivo, con la amenaza para el dominio global de España que suponía la piratería inglesa. Para el Rey, la derrota del protestantismo en Inglaterra era otro elemento fundamental para justificar aquella operación sin precedentes. Reunir una flota 130 barcos, y lanzar una expedición de tal ambición da cuenta del poderío de la España de la época, y las ambiciones y proyectos que se diseñaban desde Madrid. 

Los historiadores anglosajones han conseguido pintar el fracaso de la Invencible como una derrota sin paliativos, que iniciaba el ocaso español en el dominio de los mares. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que la Invencible no consiguió conectar con las tropas en Flandes de Alejandro Farnesio, y emprender desde aquellas costas, la invasión. Era un proyecto demasiado ambicioso quizás como para enfrentar el viento y las corrientes del canal. Un plan del siglo XX, que se intentó poner en práctica en el XVI. 

Un repaso a las crónicas del momento eleva la figura del comandante, el Duque de Medina Sidonia, que si no fue brillante, si fue concienzudo y prudente. Los ingleses usaron sus mejores armas, y su flota no era desdeñable. Jugaban en casa y pudieron zaherir a la Invencible desde que fue avistada en sus costas. Con todo, en una epopeya que llevó finalmente a la flota a rodear las islas británicas alcanzando el atlántico norte, gran parte de las fuerzas españolas pudieron volver a los puertos de partida. Un fracaso, pero no un desastre. No puede decirse quizás lo mismo de la Contra-armada: La expedición inglesa contra puertos españoles mandada un año más tarde, que pretendía aprovechar la coyuntural debilidad en el mar de Felipe II. El resultado, esta vez sí, sería una de las mayores derrotas navales de la historia de Inglaterra.