El ataque de Putin a la economía ucraniana

El historiador Emilio Sáenz-Francés analiza una de las tácticas de Rusia para ganar la Guerra: el hambre

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Continua la guerra y la tragedia en Ucrania. Frente de la invasión en sí, al plano militar y sus consecuencias humanitarias y políticas, y las económicas en las que hasta ahora la energía era protagonista, se suma un nuevo elemento, que es fundamental: Hablamos del suministro mundial de alimentos. No en vano, Ucrania es uno de los graneros globales, y muchos países dependen de su producción de alimentos en su subsistencia. La propia economía ucraniana descansa en buena medida en estas exportaciones.

Putin juega en definitiva la carta no sólo de la Guerra sino la de los juegos del hambre a escala global. En eso no hace sino parecerse a alguno de sus antecesores más siniestros en la Unión Soviética, que sometieron a Ucrania a un sufrimiento sin parangón con la comida como arma brutal.

En efecto, la Unión Soviética de Stalin quería un hombre nuevo, y una nación industrializada por la vía rápida, aunque por el camino hiciese falta acabar con el ser humano que ya pisaba la tierra y la labraba. Para conseguir un cambio rápido y brutal de la sociedad, para domeñar la identidad ucraniana, o la de otras repúblicas de la Unión para cumplir con las cuotas diseñadas en Moscú; pero sobre todo para satisfacer el ansia de Sangre de Stalin, se desató sobre las grandes regiones cerealeras un horror con nombre propio. Holodomor: La muerte por hombre. Cerca de cinco millones de personas perdieron por ello la vida entre 1932-1933. Sólo en Ucrania.

Parece mentira que con ese antecedente que es sinónimo de apocalipsis, en esta guerra desatada por Vladimir Putin, también en esto se siga el manual de Stalin, y se juege con el hambre de millones, en la carrera desesperada por ganar una ilegal guerra de agresión. Vuelven en efecto los peores ritmos de la historia. Y el hambre y la miseria los siguen.