La Gran Rusia de los zares y los dictadores
Vladimir Putin quiere reconstruir un imperio. El de los zares, pero también en el soviético. Un gigante con pies de barro que en más de una ocasión ha hecho temblar a Europa.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Europa en guerra. La invasión de Ucrania por la Rusia de Vladimir Putin ha devuelto al presente alguno de los fantasmas más terribles del pasado de nuestro continente. Las tropas rusas avanzan, y el mundo clama contra una agresión tan brutal como carente de justificación. Kiev se ha convertido en una antorcha y resiste los ataques y bombardeos del ejército ruso. Ante la movilización europea a favor de Ucrania, Vladimir Putin ha elevado la apuesta y ha puesto en estado de alerta sus fuerzas de disuasión nuclear. Un panorama, en definitiva, desolador. Vladimir Putin quiere reconstruir un imperio. El de los zares, pero también en el soviético. El gran “oso ruso”, que en más de una ocasión ha hecho temblar a Europa, y al mundo, con sus ambiciones, sus suspicacias, y su poderío.
Hablamos de nombres como Pedro el Grande, el primer gobernante ruso que asumió el título no de Zar, sino de Emperador y autócrata de todas las Rusias. Él y Catalina la Grande, ambos en el siglo XVIII, sentarían las bases del moderno imperialismo ruso, desatado tras convertirse Rusia en una de las grandes vencedoras de las guerras napoleónicas. El siglo XIX en Europa estaría dominada en gran parte por las aprensiones de las grandes potencias frente a una Rusia imponente, aunque muchas veces, sobre todo, aquel imperio fue un gran gigante con pies de barro.
El comunismo de Lenin y Stalin heredó, en todo, las prioridades imperiales de los zares. No sólo eso, las llevó a otro nivel. Al corazón mismo de Europa, y a abalanzarse directa o indirectamente sobre medio mundo, de Afganistán a Cuba. El sueño comunista tenía sobre todo tintes de pesadilla, y con la caída de URSS gran parte de los forzados integrantes de aquel proyecto, prefirieron buscar un futuro por su cuenta. Ahora Vladimir Putin ha desempolvado los manuales imperiales de Zares y líderes comunistas, y parece querer revisar los peores capítulos. Todavía está por ver la dimensión de la pesadilla que provoca con todo ello. En Ucrania, es ya una realidad desatada y feroz.