Hace 62 años se firmaban los Tratados de Roma

Fueron constitutivos de la Comunidad Económica Europea y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica 

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Tal día como hoy en 1957 se firmaban los Tratados de Roma. Con ellos nacía aún renqueante lo que hoy en día esta Unión Europea. En aquel momento se sumaban superpuestas la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1951), la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica. La segunda de ellas encerraba en su tratado constitutivo, la semilla de de lo que hoy es un proyecto multinacional del Adriático al Báltico, del estrecho de Gibraltar a las fronteras de Rusia.

Resulta duro recordarlo pero Europa era una tierra moralmente devastada y materialmente hundida tras el drama sin límites que fue la II Guerra Mundial. Fueron unos pocos visionarios, Churchill, Adenauer, De Gasperi, y el liderazgo inspirador de Robert Schumann- líderes todos de países mortalmente enfrentados hasta hacía muy pocos años antes- los que percibieron que ni Europa ni el mundo tendrían otra oportunidad en caso de desatarse un nuevo conflicto mundial en el solar europeo.

Los orígenes fueron necesariamente humildes, pero al observador informado no se le escapaba que se estaban poniendo los cimientos para un edificio ambicioso, que buscaba cambiar de raíz la naturaleza de Europa y el curso de su historia.

No sería hasta 1973 que el Reino Unido se sumaría al club. Y sólo tras la salida de la presidencia de Francia de Charles de Gaulle, que en 1961 vetó la entrada de los británicos a las Comunidades. Paradójicamente fue un gobierno conservador, el de Edward Heath el que lideró la adhesión británica al proyecto europeo. Ahora es otro conservador el que está protagonizando su rocambolesca salida -o no- de la Unión.

Los británicos han sido siempre el verso suelto de la historia de la Unión. Un proyecto hermoso, que ha sustituido el afán de confrontación, la desconfianza y las rivalidades seculares del continente, por otro que favorece la concordia, el entendimiento y la hermandad. No todo han sido éxitos, y hoy hay muchas nubes en el horizonte, pero es que la historia de Europa nunca acaba... y depende de nosotros ahora escribir los nuevos renglones de su relato.