Aquilino Cayuela explica por qué Israel "no es Goliat, sino David" en el tablero geopolítico
El catedrático de la Universidad Abat Oliba aclara los motivos por los que Palestina no es David en el conflicto, a pesar de lo que "muchos piensan en Occidente"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Han pasado 6 meses de aquella mañana en la que Hamás asesinó a más de 1.100 israelíes, la mayoría civiles, y secuestró a cerca de 240 rehenes. Medio año después, el conflicto está atascado y cada día que pasa, las cifras de víctimas inocentes aumenta hasta límites inaguantables. Hablamos cerca de 30.000 palestinos muertos y del desplazamiento forzoso de más de un millón y medio de personas en condiciones infrahumanas, sin techo, sin apenas alimentos o agua, todavía amenazados por los bombardeos del ejército israelí.
Y mientras crecen estas cifras, crece también la presión internacional. Los aliados ven una respuesta desproporcionada por parte de Israel y por eso son cada vez más los actores internacionales que piden a Netanyahu que levante el pie del acelerador y haga por buscar la paz. Una resolución pactada que, para la Unión Europea y para la comunidad internacional, pasa por la creación de dos Estados, reconociendo a Palestina y retomando la fórmula sugerida por la ONU en 1947.
Aumenta la presión sobre Israel
Al cumplirse el sexto mes de ofensiva contra Hamás, el Ejército israelí ha retirado sus tropas de la estratégica zona de Jan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, a la espera de una posible operación en Rafah o de un acuerdo de tregua. A pesar de ello, los ataques han continuado en la madrugada de este lunes.
Mientras tanto, la población palestina sigue esperando de forma desesperada un aumento de la ayuda humanitaria, especialmente en el norte, y un alto al fuego que ponga fin a esta pesadilla. El ministro de defensa israelí ha argumentado la salida de Jan Yunis diciendo que se ha desarticulado la estructura de Hamás en esa zona. Pero lo cierto, es que la retirada se produce bajo el eco de las protestas en Israel contra el primer ministro Benjamin Netanyahu y bajo la amenaza de que su coalición se resquebraje.
Y es que el 20% de la población de Israel es musulmán, y son muchos los que le exigen un adelanto electoral y un acuerdo de paz. Sin embargo, Netanyahu ha aclarado que no habrá un alto el fuego hasta que no hayan acabado con Hamás y se liberen todos los secuestrados
“Israel no es Goliat, es David”
Biden tiene en sus manos los medios para convencer a Netanyahu. Puede, por ejemplo, cortar el suministro de armamento. Una idea que cuenta con amplio apoyo en el partido demócrata. Sobre todo porque uno de los pilares de la presidencia estadounidense exige a los países que compran armas a Estados Unidos que demuestren que sólo las utilizan en tareas defensivas.
No obstante, Aquilino Cayuela, director del grado en Ciencias Políticas de la Universidad Abat Oliba, explica a Expósito en La Linterna que, aunque el gobierno de Netanyahu tenía un importante desgaste, “Netanyahu está contentando a los ministros más extremistas para mantenerse en el gobierno”. “Ciertamente la población israelí mayoritariamente apoya la guerra, porque lo que les ha pasado es tremendo y la amenaza de Irán se cierne en Israel de manera importante”, añade.
Incluso apunta que, lejos lo que piensa parte de la opinión pública en Occidente de que en esta historia el David es Palestina, y Goliat Israel, “Israel sigue siendo David, porque todo el entorno árabe, y especialmente Irán, les tiene amenazados de muerte”. Una variable que resulta clave para que Estados Unidos no retire su apoyo.
“Es bastante difícil que EEUU retire el apoyo a Israel, principalmente por la amenaza de Irán y el triángulo de las milicias armadas yihadistas apoyadas por Irán, Hezbolá y los hutíes”, aclara. Así, apunta Cayuela que Israel “es el escudo de defensa en la región, el baluarte occidental, aunque ellos se están defendiendo a sí mismos”. “Le va a seguir presionando sin dudas porque la situación humana es catastrófica, pero de cara a las elecciones presidencial la fuerza económica de los judíos es muy importante”, concluye en La Linterna.