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'El bueno, el feo y el malo' de Jorge Bustos

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El bueno, el feo y el malo, viernes 19 de mayo de 2017

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

“Según se va acercando la escena final del spaghetti-western que se celebra este domingo en Ferraz, este sheriff no puede evitar sentirse cada vez más excitado. El PSOE nos ha regalado una ensalada de tiros tan descarnada que ningún otro partido, por mucho fuego amigo que dispare, tendrá fácil superarlo. Estoy cerca de confesar que me he divertido mucho, si no fuera porque estamos asistiendo al suicidio acelerado de la otra gran fuerza constitucional que garantizaba la alternancia estable en el poder. Su funeral es una pésima noticia para España. Pero vayamos por partes y empecemos por lo positivo.

El bueno: Juan Carlos Girauta

Es justo atribuir al portavoz parlamentario de Ciudadanos la voz de alarma contra la manipulación nacionalista de los libros de texto que dio este miércoles en el Congreso. Yo estaba allí, cubriendo como cada miércoles la sesión de control, cuando Girauta se levantó para preguntar al ministro Méndez de Vigo a qué espera el Gobierno para poner coto al adoctrinamiento infantil en las aulas mediante el falseamiento sistemático y delirante del pasado común. Es cierto que aquello era un poco como el grito del capitán Renault en Casablanca –¡qué escándalo, en Cataluña se manipula la historia!-, pero fue Ciudadanos el primero que llevó al Congreso la voz del sindicato catalán de profesores, que están recibiendo presiones propias de un régimen predemocrático. Su presidente ha denunciado en Herrera esta misma mañana que las editoriales acaban plegándose y subordinando la educación a la política: si quieren vender libros allí, han de adaptar los contenidos al prejuicio ideológico de la consejería autonómica.

Su denuncia provocó doble reacción. La primera resultó un poco patética, pues el ministro vino a reconocer la impotencia del Ejecutivo en esta materia, dada la cesión a las autonomías de la competencia educativa. Su función aquí es subsidiaria, únicamente puede supervisar. Sin embargo, Méndez de Vigo se mostró dispuesto a llegar a acuerdos para cambiar este sistema por otro que no deje a las zorras el cuidado de las gallinas. Y además ha encargado un informe urgente y detallado sobre las tergiversaciones históricas en esos manuales que enseñan una ficticia corona catalana, o presentan Cataluña como otro país miembro de la Unión Europea a niños de quinto y sexto de primaria. Niños que luego crecen un poco y llegan a diputados, como Rufián, que pataleaba en su escaño mientras Girauta recordaba que una nación es una trama de afectos, y que esos afectos se están diluyendo.

El feo: Susana Díaz

Insistimos como siempre en que aquí siempre hablamos de fealdad política, que conste. Pero en la guerra civil de las primarias socialistas hay que reconocer que ha cundido el relato según el cual doña Susana es la fea de la película, la aliada de las élites, la representante del viejo PSOE de los barones desconectado de las bases y, sobre todo, la Lady Macbeth de Triana que maniobra en el aparato sin piedad para imponer su criterio. Ocurre que ese defecto también es su virtud, pues si el PSOE está amenazado de descomposición –y lo está-, solo una cirugía de hierro puede detener el mal que lo consume.

Ella presume constantemente de ganar, pero su victoria no ha reducido el paro estructural andaluz, ni ha favorecido el cacareado cambio de modelo productivo, ni atiende el clamor de los pequeños herederos que padecen un impuesto de sucesiones confiscatorio, ni ha superado los tics sectarios de la izquierda cainita como esa ley de memoria histórica andaluza que convierte en amnésica a Manuela Carmena por comparación. Susana gana no por méritos, ni ideas, ni programa, ni oratoria: sino porque la Junta se beneficia de una inercia clientelar de décadas que pesa mucho en el ámbito rural. Como gane y pretenda exportar ese modelo fallido al resto de España, algunos que hoy la jalean van a ir a la tumba de Sánchez para resucitarle por segunda vez.

El malo: Pedro Sánchez

Hay tantas razones como las estrellas del cielo, Marta, pero las resumiremos todas en una frase: Susana Díaz a su lado es una mezcla entre Leonor de Aquitania y Santa Isabel de Hungría. Pedro Sánchez es un pícaro sin principios, con un talento singular para mentir a todos todo el tiempo con tal de sobrevivir un día más y con la cintura más elástica que Nadia Comaneci, capaz de pasar de la socialdemocracia moderada y la defensa del techo de gasto al podemismo descamisado y el grito en el cielo contra el artículo 135. Todavía está pensando qué responderle a Patxi López para definir la nación: no sabemos si es cultural, si es sentimental, si es gramatical, o si es un fistro sexual, que diría Chiquito de la Calzada.

Cuenta con un combustible muy poderoso: el resentimiento. Su única fuerza es el rencor: el suyo propio contra los que le echaron y el de las bases contra las cúpulas a las que desean heredar. Ha instalado la lucha de clases dentro de su propio partido y aspira a extenderla al resto de España junto con Podemos y los independentistas. Puede ganar, porque este es el país por donde vaga errante la sombra de Caín, pero entonces el PSOE mutará en confluencia populista y el PP se quedará en el poder un par de décadas por el puro miedo de la mayoría silenciosa a la alternativa.

Un disparo en la recámara

Recordar, aprovechando la ausencia del jefe, que el domingo puede producirse un hecho mucho más fastuoso y benéfico que lo que ocurra en Ferraz: el Real Madrid puede alzarse con su trigésimo tercer título de Liga en Málaga, y alegrar así la noche de los apenados por la victoria de Susana o de Pedro. Cuando todo falla, Marta, siempre nos quedará el Real Madrid".

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