EN 'LA LINTERNA'

Bustos: “Ya no queda casi nada defendible en la gestión de Pedro Sánchez”

Jorge Bustos trae a 'La Linterna' el 'Bueno, el feo y el malo' de la semana: Borrel, Llarena y Carmen Calvo

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El bueno, el feo y el malo de Jorge Bustos, viernes 13 de julio de 2018

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Ya queda menos para que este sheriff se vaya de vacaciones y ya no queda casi nada defendible en la gestión de Pedro Sánchez, por eso lamento tener que irme a la playa a descansar y dejar sin criticar tantas sandeces y tanto sectarismo como el que está desplegando este remedo plastificado de Zapatero con gafas de sol que nos gobierna sin haberle votado. Pero algo defendible hay todavía, y ese es el bueno de esta semana, que no es otro que el ministro de Exteriores.

El Bueno: Josep Borrel

Pues porque de momento es el único miembro del Gobierno y desde luego el único del socialismo catalán que no solo no quiere llevarse a cenar al racista Torra, como ha confesado el tierno Iceta, sino que insta a sus diplomáticos y embajadores a defender la unidad de España, a desmontar las falacias groseras que tratan de extender por el mundo los separatistas y a reivindicar el trabajo del juez Llarena frente a las agresiones de todos los enemigos de la Constitución española, que no son solo los independentistas sino también los populistas de la izquierda resentida. Borrell aguanta aún como voz autorizada y libre en este Ejecutivo cuyo alquiler en Moncloa se lo pagan el separatismo catalán y el nacionalismo vasco, pero no sabemos si quiere ejercer alguna influencia sobre Sánchez, si está a disgusto en ese Gabinete o si por el contrario su papel corresponde a un teatrillo pactado de poli malo para que los votantes socialdemócratas que se sienten españoles no se terminen de ir a Ciudadanos. Veremos antes de un año muchas nuevas agresiones del separatismo al Estado, y ahí queremos ver a Borrell. Ojalá influya para enderezar a su desnortado jefe; y si las cosas se ponen feas, que dimita para preservar su coherencia personal.

El Feo: Pablo Llarena

Y lo elijo como feo de la semana porque es así como queda tras la humillante decisión del tribunal regional alemán que, con la audacia que solo concede la arrogancia mezclada con la necedad, más un puntito de supremacismo neocolonial, ha decidido que el Tribunal Supremo español es una reunión tribal de hechiceros africanos o camareros de Magaluf ajenos a la civilización y al derecho, y por tanto niega los delitos que Llarena imputaba a Puigdemont. Con ello consagra la impunidad del cabecilla del golpe y además hiere de muerte a la institución de la euroorden, basada en la confianza entre estados miembros de la Unión. Pero esta Unión Europea que tanta prosperidad y paz nos ha dado se está cuarteando a toda velocidad, y en ella no parece regir ya otra solidaridad que la mercantil. Ahora don Pablo Llarena se negará a recibir al huido para juzgarle solo por malversación pero el Supremo juzgará y seguramente condenará al resto de compañeros mártires con largas penas que ahondarán la división en el independentismo, mientras el carlista errante del flequillo queda condenado a vagar de por vida fuera de nuestras fronteras. Era la primera vez que los jefes de una autonomía española daban un golpe de Estado y por tanto la primera vez que un juez hubo de juzgarles por ello; yo solo pido que en futuros golpes, que a este paso los habrá, aprendan futuros jueces de los aciertos y los errores del juez Llarena para castigar con más eficacia a los agresores de la Constitución.

La Mala: Carmen Calvo

Doña Calvo solo sería una mina para columnistas satíricos si no fuera vicepresidenta de España, puesto al que ha accedido por el principio de Peter, según el cual la incompetencia siempre es premiada en el reparto de poder. Calvo está donde está para salvar la cara al jefe, que va a llegar a 2020 sin dar una rueda de prensa con preguntas, y para surfear la ola feminista del 8-M, a cuyo activismo menos matizado o más intransigente trata de adular con propuestas entre delirantes y siniestras, que van desde la reducción del sexo a un intercambio ante notario hasta la criminalización preventiva del varón. Yo creo que necesitamos el feminismo, pero el feminismo que desde luego no necesitamos es el feminismo retrógrado, liberticida y paternalista que Calvo pretende imponer no solo a los hombres sino sobre todo a las mujeres, a las que ella trata como damiselas victorianas incapaces de valerse por sí mismas y necesitadas de la protección del PSOE para vivir y hasta para ligar. Si quieren gravarnos el diésel del coche y disponer una comisión de la verdad para gobernarnos el pensamiento, era cuestión de tiempo que terminaran legislándonos la cama.

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