Diego Garrocho: "¿Hasta dónde está dispuesto a soportar el ciudadano con tanta corrupción?"

¿Cuánta basura puede soportar un gobierno? La verdad es que teniendo la realidad, no sé cómo a veces nos interesamos por la ficción. Durante días, media España guardaba con suspense la declaración voluntaria de Víctor de Aldama, el hombre sobre el que convergen todos los casos de corrupción que rodean al gobierno. 

Desde Air Europa, al piso de Jéssica, las maletas de Delcy o el caso de los hidrocarburos, el país esperaba con sumo interés la declaración del comisionista. Y recordemos que Aldama ha comparecido ante el juez porque, según dice, ha llegado a temer por su integridad física en la cárcel. Una integridad física que, recordemos, mientras esté en prisión, es responsable el propio Estado de ella. 

Aldama ha disparado contra todo y contra todos y, de ser cierta solo una parte de lo que ha contado, el gobierno y especialmente el PSOE se encontrarían en una circunstancia imposible. Los nuevos datos, las supuestas mordidas a Cerdán o al jefe de gabinete de la vicepresidenta Montero, se suman a la información que ha ido haciéndose pública en distintos medios y que, por cierto, nadie ha sido capaz de desmentir.

Cada mañana sintonizamos las radios y abrimos los periódicos para constatar un nuevo caso, un último detalle de una trama de corrupción que cada vez se hace más difícil de soslayar. Ante el goteo constante y permanente de escándalos, es imposible no preguntarse en qué medida hemos aumentado nuestro umbral de tolerancia.

Un escenario de corrupción multiplicada como esta, en otros contextos, habría tumbado ya a cualquier gobierno, pero en la España de 2024 aquí seguimos. ¿Hasta cuándo? ¿Qué dato habrá de ser definitivamente comprometedor? ¿Qué información será ya definitiva para que miembros del PSOE, sus socios o parte de la prensa fin asuman lo insostenible de la circunstancia? ¿Qué ladrillo hay que retirar del edificio para que todo se desmorone?

Nietzsche dejó escrita una frase que me viene a la mente en estos días con frecuencia. "¿Cuánta verdad puede soportar un espíritu? ¿A cuánta verdad se atreve?" Y es inevitable reformular esa cuestión e interrogarnos cuánta corrupción puede soportar un gobierno. ¿A cuánta corrupción se atreve? Pero no miremos sólo a los políticos, el ciudadano medio, ¿hasta dónde está dispuesto a soportar?