El dolor de perder a un hijo por la crisis migratoria: "Es difícil darle por muerto sin ninguna información"

Uly y Amirata, madres, cuentan a Expósito en Senegal cómo viven tras el drama del fallecimiento de sus hijos tras arriesgar su vida en busca de algo mejor

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Escucha el testimonio de una madre senegalesa cuyo hijo murió intentando emigrar a Europa

Paco Delgado

Madrid - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

El director de La Linterna, Ángel Expósito, recogía este lunes el drama de tres madres que han perdido a sus hijos a consecuencias del drama migratorio, en un especial de COPE dedicado a analizar la crisis de los migrantes. En este caso, el comunicador se acerca en Senegal hasta un poblado donde tres mujeres (Uly, Amirata, y una anónima) se abren en canal sobre el dolor de la pérdida y sus consecuencias.

Uly es una mujer de una edad que no puedo determinar. Podría tener 50 años pero quizá no llegue a los 40. Va vestida de manera elegante, con la ropa típica de las mujeres de Senegal. Su vestido es amarillo y muy colorido. “Da la sensación de que se ha vestido de domingo para venir a hablar con nosotros”, relata Expósito. “Me encuentro con ella en la casa de un vecino, frente a la playa y con al menos 20 cayucos sobre la arena ante nosotros”.

Una barca como esas fue la que cogió su hijo para lanzarse al mar. A la primera pregunta, Uly se rompe. Entre sollozos cuenta que hoy, un 23 de octubre se cumplen tres años de la muerte de su hijo. Tres años en los que no ha tenido más remedio que intentar salir adelante para dar de comer a la familia. Tiene claro lo que supuso la muerte de su hijo y animaría a quien intentara a hacer lo mismo a no subirse a un cayuco. “Pero también sabe que la realidad es otra”, añade el comunicador.

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“Cuando perdí a mi hijo no comí, ni bebí ni dormí”

El drama de la inmigración afecta a casi todo el mundo en Senegal. Todo el mundo tiene algún familiar o algún amigo que partió y no volvió. En Dakar se encuentra el barrio de Yarax, el barrio desde el que partió la primera gran oleada de inmigración, la conocida como crisis de los cayucos de 2006. En un centro de ayuda a mujeres que han sufrido la pérdida de un familiar Expósito se encuentra con una mujer que no quiere decir su nombre, no quiere fotos.

Se sienta y relata, con voz entrecortada, que en el año 2014 vivía con su hijo y con sus nietos. Vivían una situación precaria en casa y su hijo decidió sacrificarse. Así, que aprovechó un cayuco que se estaba organizando para salir hacia Europa y tomó la ruta con el objetivo de que todos tuvieran una vida mejor, poder pagar el alquiler, de comprar cosas para los niños.

Recuerdo perfectamente el día que se fue mi hijo. Recuerdo estar en el mercado, ir a comprar una medicina que necesitaba, ese fue el último día que vi a mi hijo y luego nunca tuve noticias. Pasaron los meses, los años... Con el tiempo le di por perdido, ahora pienso que está muerto. Ha sido muy difícil darle por muerto sin ninguna información y hacerme cargo de la familia”, relata la mujer en los micrófonos de COPE.

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En esta mujer se instaló desde ese momento un sentimiento de culpabilidad pero también tenía unas necesidades económicas que la estaban ahogando: “La muerte de mi hijo fue un momento muy difícil en mi vida, también porque era él el que traía a casa el dinero para que viviéramos. Recuerdo, antes de irse, yo estaba dando vueltas a la idea de que se fuera y cada vez me parecía más arriesgada y le dije que no lo hiciera. A las horas me di cuenta de que ya no iba a volver. Estuve varias semanas sin comer, sin beber, sin dormir, seguía esperando una llamada que no llegaba”, cuenta.

Las dificultades económicas siguieron y siguen presentes. Por eso cuando le pregunto sobre qué le diría a uno de sus nietos si quiere coger un cayuco para solucionar los problemas económicos de la familia, es muy contundente: “Además de sufrir la pérdida de mi hijo he sufrido la de mi hermano y otros familiares. Conozco perfectamente qué es lo que pasa cuando una persona toma la ruta migratoria”. Al terminar, agacha la cabeza y se queda en silencio.

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Expósito enciende La Linterna desde Senegal, el mayor puerto de salida de migrantes hacia Canarias

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Ayudar a quienes han perdido

Amirata es la presidenta del colectivo de mujeres que han perdido a algún familiar en el barrio. Su objetivo es acompañar a quienes han tenido una pérdida familiar. El hijo de Amirata viajaba en el mismo cayuco que el de Uly. Lo que me dice hace que se me encoja el corazón: “Uly pudo ver a su hijo antes de morir, yo no, el mío no se donde está”

“Yo he sufrido las consecuencias de la migración, en 2020 perdí a mi hijo y creé esta organización para ayudar a otras que estuviera en circunstancias similares. Cuando hay un desparecido en una familia es un drama, pero puedo decir que hay esperanza. Hace poco encontramos a un joven que había desaparecido en 2020, le habíamos dado por muerto, y lo encontramos en una prisión de Marruecos, a su familia le dimos una gran alegría”.

Y es que hay una frase en concreto de Amirata que, asegura Ángel Expósito, le ha hecho reflexionar: “En el momento en el que perdemos a nuestros hijos no es sólo una cuestión familiar y sentimental, tiene un impacto fuerte en la economía. ¿Quién va a cultivar? ¿Quién va a dedicarse a la pesca? ¿Qué futuro espera a nuestro país si la juventud, que es quien tiene que levantarlo, nos abandona?”

Especial COPE: El drama de llegar a Europa

Este lunes, COPE está ofreciendo una programación especial desde los puntos clave de las rutas de la migración. Carlos Herrera, Alberto Herrera, Pilar García Muñiz, Fernando de Haro, Pilar Cisneros y Ángel Expósito están contando y explicando junto a los protagonistas de esta realidad lo que está ocurriendo desde Canarias, Senegal, Túnez, Lampedusa o la península. Todo, con el objetivo de poner nombres y apellidos al drama que supone llegar al continente europeo con lo justo.

Informe COPE sobre inmigración

La llegada de inmigrantes en patera se ha disparado más de un 30% en el último año. Más de 38.000 personas han llegado en cayucos este 2023. La ruta canaria es la más numerosa con más de 25.500 llegadas. También la más mortal: cinco fallecidos al día en 2022. Llegar a España, dependiendo del punto de origen y de las mafias puede costar unos 2.500 euros. Sigue leyendo...

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