Expósito descubre cómo fue el primer día en el interior de un refugio en Kiev: "No podía beberme el café"
El director de La Linterna ha recorrido las calles de la capital ucraniana junto al Padre Taras y se ha adentrado en uno de sus refugios con el Padre Andrea y Ruslana
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Ángel Expósito ha encendido La Linterna desde Kiev por segundo día consecutivo. Para moverse por la ciudad, lo mejor es contar con alguien de confianza, alguien que conozca y sepa dónde debes ir y dónde no. Que se conozca los refugios. Para el equipo de Expósito, ese hombre de confianza es el Padre Taras, un sacerdote grecocatólico, con el que se reúne en la puerta de la estación del tren.
Ángel Expósito recorre las calles de Kiev
El Padre Taras les da una vuelta en coche por Kiev que, aparentemente, es una ciudad normal, salvo por algunos puentes destruidos. El Padre Taras es un hombre joven, casado y con hijos. Ha estudiado castellano con algunos profesores españoles en Roma y habla perfectamente italiano e inglés.
“Por desgracia, la guerra sigue. Pero en Kiev, la gente se ha acostumbrado. Yo también viviendo aquí, en la capital, aunque de vez en cuando llega un misil, o hay explosiones. Nos hemos acostumbrado a estar en guerra con un peligro constante a la vida. Cuando llega la gente lo primero que me preguntan es que si aquí se está tranquilo. Y yo respondo, 'ahora sí, hoy sí, pero no sabemos qué va a pasar esta tarde o por la noche'. Pero estamos convencidos de que la paz justa llegará y algún día todo esto terminará, pero ahora, no sabemos cuándo va a pasar. Así que nos hemos acomodado a vivir así esperando a que acabe pronto”, reconoce.
El Padre Taras describe el espíritu de los ucranianos: “Como sabes, nosotros en Ucrania, la mayoría somos cristianos. Y buscamos encontrar un sentido en todo lo que sucede. Tanta gente me vino al inicio de la guerra preguntándome, ¿dónde está Dios en todo esto? Queremos encontrar a Dios en esta circunstancia. Queremos ver el bien en la oscuridad total que ha traído Rusia a nuestro territorio”. Recuerda todo lo positivo que la guerra sacó de las personas: “Yo he visto tanto bien que las personas tienen dentro, por ejemplo, cuando empezó la guerra, vi a la gente cambiar tan rápidamente su modo de vida, vi que los que tenían cualquier mínima idea de hacer el bien, no dudaron en hacerlo durante el día, durante la noche... Hubo tantos voluntarios que hicieron tanto bien a los que lo necesitaban. Hemos visto mucha bondad que ha surgido por la guerra”.
Para terminar, manda un mensaje a Europa: "Muchas gracias a todos aquellos que no nos han abandonado en nuestro sufrimiento, gracias por cada gesto de solidaridad cristiano, pero también humano. Gracias por cada pequeño gesto de ayuda a Ucrania... que está sufriendo esta guerra. Esperamos que llegue el día en el que podamos celebrar juntos la llegada de la paz".
En el interior de in refugio en Kiev
El Padre Taras guía a Expósito hasta uno de los refugios que se encuentra bajo la Catedral de la Resurrección de Cristo. No es un lugar acogedor, pero es la única esperanza que tenían los vecinos del barrio para sobrevivir. Hay un salón, baños y un par de cocinas portátiles. No hay mucha luz y huele a humedad.
El Padre Andrea se encargó de coordinar alrededor de 500 vecinos en este refugio. Así describe en La Linterna cómo fueron aquellos días: “Estábamos llenos de miedo. Tenemos que decir la verdad. Después de las primeras explosiones, que fueron tan fuertes, estábamos llenos de miedo y, además, la gente estaba completamente desorientada. Había mucha gente que buscaba escapar de la ciudad, vi a grandes multitudes intentando salir, pero yo, sin embargo, decidí quedarme. Teníamos la esperanza puesta en Dios. La primera cosa que hicimos la mañana del 24 de febrero de 2022, fue una oración común y después no podía ni siquiera beberme un café”.
El Padre reconoce que “a veces no hay que decir ni una palabra” cuando se trata de una situación de vida o muerte. “A veces la gente se pregunta ¿dónde está Dios en esta circunstancia? Y es muy difícil de responder, solo hay que estar con ellos”.
Aunque hace días que el refugio no se utiliza, por allí siguen acudiendo algunas de las voluntarias que, aquellos días duro del comienzo de la guerra, tanto ayudaron. Una de ellas es Ruslana quien recuerda cómo fue el inicio de la invasión: “Lo que pude observar de esos días es que las personas estaban atemorizadas. Había mucho pánico. Observaba un comportamiento de las personas que no era el normal. Por ejemplo, las veía escapar sin saber a dónde iban”.
Ruuslana describe cómo fue la última noche que pasaron en el refugio: “Fue el día de antes del domingo de Ramos, antes de la Pascua, que este año nosotros aquí en Ucrania habíamos celebrado el 24 de abril. Es importante decir que el 1 de abril esta zona estaba ocupada. Hasta que los rusos se vieron obligados a irse hacia Bielorrusia y después a Rusia, así que esta zona se quedó desocupada, liberada”. A pesar de esto, la voluntaria cuenta cómo, semanas después, la gente seguía acudiendo al refugio: “Al principio, había mucha gente que no sabía cuánto tiempo iba a estar, uno pensaba que tres días, otro una semana, otros dos o tres, y día tras día, la gente salía del refugio, buscando qué hacer a continuación”.