¿Es malo ser perfeccionista? La psicóloga García Moreno avisa de las consecuencias de intentar serlo

Exigirse a uno mismo en principio no es malo, es más, puede sacar lo mejor de nosotros. El problema viene cuando ser muy perfeccionista afecta a la estabilidad emocional, es decir, cuando necesitamos tener todo bajo control y eso, se convierte en un problema. Begoña tiene 38 años y reconoce que su personalidad perjudica a su salud mental.

Ella va a terapia y es uno de los temas en los que está trabajando. Tiene la sensación de que su vida es una especie de cárcel y le cuesta reconocer sus logros, sufre con sus fallos y tiene estrés y ansiedad, lo le llevó a pedir ayuda y hacer terapia. "Así no se trabaja bien", decía.

Son personas altamente productivas, ordenadas y planificadoras que buscan la excelencia en todo lo que hacen. Como Carlos, un publicista de 29 años que se obsesionan hasta con los detalles más sencillos, como puede ser, por ejemplo, el armario de la ropa. "Coloco las camisas en el armario por orden cromático, empezando por lo más oscuro hasta lo más claro y los jerséis tienen que ir de los más gordos a los más finos", señalaba.

Como Begoña o Carlos, hay casi tres millones de españoles que son perfeccionistas y cuyo miedo al fracaso les impide vivir su día a día con normalidad. La neuropsicóloga de cabecera 'La Linterna', Aurora García Moreno, explicaba que detrás del perfeccionismo, "principalmente hay miedo a perder el control, a dejar de ser uno mismo, no conseguir la excelencia, fracasar y mostrar esos déficits que uno sabe cuáles tiene y no ser aceptado porque creen que pueden ser rechazados socialmente o pertenencia a determinados grupos sociales".

00:00

Volumen

Comparte en:

Copiar enlace Descargar

¿Es malo ser perfeccionista? La psicóloga García Moreno avisa de las consecuencias de intentar serlo

-

Los factores que incitan a ser perfeccionista

Los factores que influyen para desarrollar esta personalidad, Aurora decía que "la predisposición biológica juegan un papel importante, pero también la influencia de padres muy críticos y exigentes durante las edades de la infancia, niños, aprenden a ser perfectos para complacer a los demás. También es muy importante el entorno escolar que puede potenciar este perfeccionismo, las exigencias académicas y unas normas estrictas, los chicos lo van a interiorizar y extrapolar a otros ámbitos de la vida. Con los elogios y alabanzas en exceso, la persona se acostumbra y considera que su valía personal va a depender de ello".

En ocasiones se cree que alguien altamente productivo u ordenado es garantía de éxito y felicidad, pero no siempre es así, la relación entre ese exceso de perfeccionismo y la salud mental "va a generar mucho estrés y ansiedad, va a llevar a interpretar los errores como un fracaso, además puede llegar a una ansiedad crónica y un estado de ánimo muy deprimido y sobre todo va a afectar a la autoestima", explicaba Aurora.

El perfeccionismo puede ser bueno

Por otro lado, el perfeccionismo puede llegar a ser bueno, la neuropsicóloga decía que "si es adaptativo, donde los objetivos sean realistas y alcanzables y que la persona sea consciente de que puede conseguirlos, pero a la vez aceptar que a veces no se alcanza aquello como se ha planeado".

Estas personas sufren mucho si les cambian los planes, hasta el punto de que viven con mucho estrés por cualquier cambio en su rutina. Ante estos casos, lo que Aurora recomendaba era "primero identificar esos pensamientos negativos, distorsionados, para cambiarlos por otros que sean más realistas y útiles; cuestionar esos pensamientos relacionados con la perfección e imperfección porque muchas veces no diferencian, que aprendan a desarrollar estrategias para un manejo más adecuado y a promover una visión más realista de la vida y aceptar a que se pueden cometer errores, considerando el fracaso como aquello que no se intenta".