Antonio Herraiz: "Sánchez responde con un tuit sin sustancia a las razonables protestas de los agricultores"
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Las gentes del campo siguen en lucha. Hoy se han manifestado por el centro de Madrid en una marcha que ha terminado a las puertas del Ministerio de Agricultura. Sus problemas no son de hoy, ni del mes pasado, ni de hace un año. Pero la subida progresiva del salario mínimo, con un aumento del paro en el campo, les ha llevado a la calle.
El Gobierno de Sánchez minimizó estas protestas durante los primeros días. De hecho, la primera jornada en Extremadura lo redujo todo a la violencia puntual aislada. Luego hablaron de los terratenientes. Y, no el problema del campo no es exclusivo de los señoritos del campo, como algunos quieren hacer ver. Estamos ante un desafío estructural que está afectando a todos los agricultores y ganaderos. A los más grandes y a los más pequeños. Su queja principal es el desfase entre el coste de producción y lo que luego les pagan a ellos: “Es una auténtica injusticia porque el valor de nuestros productos no nos llega a nosotros, se queda en los intermediarios y, además, bueno, pues yo entiendo que si hay tanta diferencia de lo que se le paga al productor a lo que luego tiene que pagar el consumidor, se le está engañando a ambos”.
En las últimas horas, el Ejecutivo ha echado el muerto a los supermercados y las grandes superficies. Les señalan como los grandes culpables de la diferencia entre el coste de producción y el dinero que reciben los agricultores por sus productos. Todo para no tomar medidas concretas y asumir su responsabilidad. De ahí, la respuesta que ha dado el presidente Pedro Sánchez a los agricultores. Ha sido a través de su cuenta de Twitter.
La consigna es lanzar un mensaje conciliador y promesas a los labradores, pero con poca concrección. Sánchez asegura que el Gobierno está firmemente comprometido con nuestro campo, con el futuro agroalimentario, con las familias y los pueblos que viven de él. El presidente termina su mensaje vacío de contenido con un “no miraremos hacia otro lado”.
Además de la voz de los agricultores, vamos a escuchar a Koraima. Es una vecina de Barcelona que harta de los robos en el metro colabora con las patrullas ciudadanas que se dedican a advertir a los viajeros de la presencia de carteristas. Hace unos días, dos de ellos le dieron una brutal paliza y lo ha contado en MEDIODÍA COPE: “Había chicos que reaccionaban diciéndole no le pegues que es mujer, no le pegues que es mujer. Me tenía de los pelos, me daba patadas, me daba puñetazos. Actualmente estoy de baja laboral, no puedo trabajar, tengo la muñeca con una venda porque no puedo casi mover la mano”.
Además de esta agresión sufrida por Koraima, las cámaras de seguridad de una estación de metro de Barcelona de la línea 1 graban la brutal paliza que recibe una mujer. Un hombre la tira al suelo y la golpea con dureza mientras intenta arrebatarle el bolso al lado de los tornos. Estamos ante un problema serio, se han intensificado los controles en los últimos meses pero comprobamos que todavía sigue siendo insuficiente.