Antonio Herraiz: "Drogar a los ancianos para robarles. No se puede ser más miserable"
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Nos situamos en una residencia de mayores de las Rozas, en Madrid. Todos los centros de mayores de España han atravesado por situaciones nunca antes vistas. Nunca vamos a conocer la cifra de fallecidos en este tipo de residencias, aunque estimaciones oficiales hablan de las 27.000 fallecidos.
Han sido el foco de muchas críticas, cuando en la mayoría de los casos se han visto desamparadas por la administración. Por eso, cuando peor lo han pasado y lo siguen pasando, crea aún más indignación la actitud de los responsables de esta residencia de mayores de las Rozas. Como en cualquier centro de este tipo, hay ancianos de edad avanzada y con discapacidades severas. ¿Qué hacía el responsable de esta residencia? Se alió con una doctora que trabajaba con él. Entre los dos, administraban fármacos a los ancianos. Se quedaban dormidos y en ese momento, acudían a sus cuentas y les sacaban el dinero. ¿Se puede ser más miserable? Se puede. En ocasiones se pasaban con el fármaco hasta tal punto que uno de los mayores tuvo que ser hospitalizado por hipoglucemia. Se les había ido la mano con la dosis de insulina para provocar una somnolencia mayor. Lo ha contado a COPE, Mercedes Martín, portavoz de la Guardia Civil en Madrid: “Incluso utilizando la connivencia de una doctora que les propiciaba, les administraba insulina hasta que los residentes quedaban adormecidos, pues se aprovechaba para hacerse con sus cuentas corrientes, con sus cartillas”.
El director de esta residencia de mayores de Las Rozas está detenido. La doctora que le ayudaba a dormir a los ancianos está siendo investigada. ¿Cómo ha conseguido la Guardia Civil detectar la estafa? El origen está en una denuncia de un familiar. Llegaron a tiempo y consiguieron cancelar un traspaso de 122.000 euros. Hay otros cinco casos sospechosos más y el director de la residencia podría haberse apoderado de hasta 270.000 euros. Tres de los ancianos presuntamente estafados ya han fallecido.
Al margen de este caso que crea indignación, sobre todo en un colectivo que está en entredicho por la gestión de la pandemia, seguimos atentos a los brotes. Lo peor sigue en Aragón y Cataluña. En Madrid, que en un principio había sorteado los focos, también comienza a registrar problemas. Y la mirada sigue dirigida a los locales de ocio nocturno y a las reuniones de familiares y amigos. En el barrio de Mendillorri de Pamplona 2.000 jóvenes se someten a esta hora a pruebas PCR. La celebración de los no sanfermines es el origen de un foco que ha llevado a este barrio pamplonés a retroceder a la fase 2. Y en Totana (Murcia) han vuelto a la fase 1. Y en esa fase no pueden entrar ni salir del municipio.