Antonio Herráiz: "A Pedro Sánchez todo le da igual porque siempre consigue darle la vuelta"
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Muy buenos días. Desde las seis te venimos acompañando en 'La Mañana de Fin de Semana' en este 15 de junio en el que vamos cerrando una semana marcada por la resaca de las elecciones europeas y en la que se ha ido cumpliendo el guion al que ya nos tiene acostumbrados Pedro Sánchez. Da igual el resultado que obtenga, poco importa que no gane, que su rival aumente 14 puntos respecto a las europeas de 2019, que el PSOE baje en España en el número de eurodiputados y también en porcentaje de votos, aunque sean descensos no pronunciados. Todo eso a Pedro Sánchez le da igual porque siempre consigue darle la vuelta, y termina por controlar el relato con la ayuda de un amplio grupo de corifeos que quieren hacer creer al resto lo que no es.
El resultado del domingo no avala nada de lo que Sánchez elevó a plebiscito, aunque lo que realmente se votaba no iba en clave nacional. Pero Sánchez quiso que así fuera y los votos contados en las urnas el 9 de junio no respaldan mayoritariamente la amnistía, no apuestan por una fiscalidad singular para Cataluña y no exoneran a Begoña Gómez de la investigación que mantiene abierta un juez instructor de Madrid.
Aunque esto es así, Sánchez va a seguir a lo suyo sin importarle prostituir todas las instituciones que tenga a su alcance, comprometiendo el poco prestigio que les queda a los que puso al frente. ¿Cuál es su herramienta predilecta para condicionar las decisiones judiciales?
¿No era difícil, verdad? La Fiscalía vuelve a ser la herramienta a la que recurre Moncloa para ir metiendo con calzador la amnistía. Fue publicada el martes en el BOE y ahora los jueces tienen tajo por delante.
Lo que hace el Gobierno es activar al hombre que colocó al frente de la Fiscalía. Álvaro García Ortiz, por si hay por ahí alguien que a estas alturas no sabe su nombre. El gran jefe del ministerio público que está rozando su propia imputación, por ordenara varios subordinados difundir datos reservados de la pareja de Isabel Díaz Ayuso.
¿Qué es lo que ha hecho ahora Álvaro García Ortiz para salvar la amnistía de cualquier tipo de obstáculo, incluidos los reparos legales que puedan surgir ante la polémica ley?
Ha llegado y les ha lanzado una orden con carácter general para todos los fiscales del Supremo. Les pide que informen a favor de amnistiar al fugado Puigdemont y al conjunto de condenados el 1 de octubre de 2017 por el Alto Tribunal e indultados después por el Gobierno de Pedro Sánchez.
Y, mira por dónde, los fiscales del Supremo no están de acuerdo con esa orden. No solo con la orden, sino con amnistiar a todos y de todo lo que pactaron el PSOE y Junts durante las negociaciones semi-clandestinas en Suiza. Entienden que esta ley no puede borrar de un plumazo la malversación de caudales públicos. ¿Por qué? Pues porque defienden que los condenados y el forajido aun sin juzgar sí tuvieron ánimo de lucro. Sostienen que su actuación sí afectó al dinero de todos, que jugaron con el dinero público que -por si acaso a alguno se le olvida- no cae del cielo, sino de los impuestos que pagamos entre todos.
Se da la circunstancia que los cuatro fiscales del procés van a una. Y son cuatro veteranos con una trayectoria muy amplia. Javier Zaragoza, uno de los fiscales del 11M durante su etapa en la Audiencia Nacional, Fidel Cadena, que de los 45 años que lleva como Fiscal, los últimos 17 los ha pasado en el Supremo. Consuelo Madrigal, que fue la primera mujer en ser elegida fiscal general del Estado, o Jaime Moreno. Igual que el resto de compañeros… con más de cuatro décadas en la carrera fiscal y los últimos 20 en el Alto Tribunal.
Esta es la guerra abierta ahora mismo entre Álvaro García Ortiz, que dirigiendo una institución jerarquizada, atendiendo al jefe que le nombró, quiere que los fiscales hagan lo que les ordena Sánchez. Esto lo omite y defiende que todo se ajusta al estatuto del ministerio fiscal.
Todo esto lo van a analizar este martes en una reunión de la Junta de Fiscales de Sala del Supremo. Es lo que en el argot interno llaman el Generalato de la Fiscalía. Será una reunión tensa, elevarán un criterio, pero terminará imponiéndose lo que diga Álvaro García Ortiz, es decir, el mandato de Pedro Sánchez, que para eso le nombró y para eso ha fabricado esta ley. Lo que diga la Junta de Fiscales de sala es preceptivo, pero no vinculante. Sabiendo lo que va a ocurrir, los cuatro fiscales del Supremo que tienen algo que decir en lo vinculado con el proceso separatista de Cataluña han pedido que les releve.
Se nos ha pasado una cuestión, que quizá sobra decirla. Además de la petición a los fiscales para que se aplique la amnistía a Puigdemont, también solicita que se levante la orden de detención contra el fugado. Para que venga cuanto antes a España y se aclare algo la viabilidad de la legislatura en el Congreso y también la gobernabilidad en Cataluña.
La noticia de las últimas horas ha estado también en Italia en la cumbre del G7. Por dos cuestiones. 1. Por primera vez ha participado un PAPA en la reunión de los 7 países más poderosos del mundo. Son las 7 economías más avanzadas de todo el mundo, con EE. UU. a la cabeza, con Japón, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Canadá.
Hay un asunto del que venimos hablando desde hace ya un tiempo, pero que sigue desvelando riesgos nuevos.
Es la famosa Inteligencia Artificial, que ha dicho el Papa que no es ni objetiva ni neutral. Y advierte de utilizar esta IA en las guerras por ejemplo.
El Papa, que a sus 87 años está al tanto de todos los avances que se producen en el mundo, no se limita a demonizar la Inteligencia Artificial porque sí. Lo que hace es advertir de los riesgos, de la ampliación de las diferencias entre países avanzados y aquellos que siguen en vías de desarrollo, y de imponer una cultura del descarte. Pero también no oculta las potencialidades de la IA destinada al bien, como una tecnología fascinante y tremenda.
Al margen de la presencia del Papa hay un asunto que confirma la tensión permanente en estas cumbres, con intereses muy dispares y con la incorporación de líderes mundiales que se salen del carril y de es cultura 'woke' que te dice cómo tienes que pensar y qué es lo correcto y lo que no.
Si hay un elemento díscolo o diferente en ese G7 es la primera ministra italiana Giorgia Meloni. No descubrimos nada si te digo que su relación con el francés Macron es manifiestamente mejorable. La cara de asquito que puso Meloni cuando le saludó Macron hace bueno el dicho de la cara es el espejo del alma. Como si le hubiera entrado un apretón, o estuviera al borde de la indigestión tras saludar a su homólogo francés.
Al margen de esto, hay un asunto que consiguió Meloni que no es menor.
La italiana se impuso al francés y consiguió que en la declaración conjunta se retirara la defensa del aborto. Y así, la palabra aborto no aparece en la declaración final del G7, para el pesar de Joe Biden, pero sobre todo de Macron, que hace tres meses reconoció el aborto como un derecho recogido en la Constitución.
Es una gran victoria de Meloni. No es fácil lo que ha conseguido. Excluir el respaldo explícito al aborto, lo que ha molestado al presidente de EE. UU. y el de Francia, de ahí que tenga aún más mérito. Y no es cosa menor porque en los borradores previos sí que aparecía la palabra aborto, una línea roja para Meloni, más aún en el día en el que había invitado al Papa Francisco.