"Pedro y Begoña tienen perfecto derecho a no declarar, pero se pone en evidencia su faLTA de transparencia"
El director de 'La Mañana Fin de Semana', Fernando de Haro, analiza la actualidad que ha marcado la agenda política de esta semana
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Muy buenos días a los madrugadores del fin de semana, muy buenos días a la gente, gente. Gente, estamos aquí desde las 6 de la mañana contándote noticias.
Y está en los cines, Gladiator 2, la segunda entrega de la serie de Ridley Scott. En realidad, no es una serie, hace 24 años se estrenó Gladiator, que se ha convertido en un clásico y ahora tenemos ya la segunda entrega.
¿Tiene una novela o una película con fondo histórico que ajustarse a la cronología? ¿Tiene que contar lo que realmente pasó si tiene un fondo histórico? Este es un viejo debate. Si estamos ante una novela o estamos ante una película, aunque la novela y la película tengan fondo histórico, pues estamos ante un relato de ficción. No estamos ante una crónica.
Y los relatos de ficción cuentan cosas que no han sucedido. Otra cosa es que esa película o esa novela sean respetuosas con la historia. En el caso de la película de Gladiator 2 no hay rigor histórico. Porque en la película hay tiburones en el Coliseo, hay monos asesinos sobre la arena, hay senadores que leen periódicos en algo parecido a un café moderno y eso nunca sucedió.
Al principio de la película se anuncia que la trama se desarrolla en el año 200 y que los emperadores son Caracalla y Geta. Pero eso es falso, porque en el año 200 el emperador era todavía Septimio Severo.
Ya digo que estamos hablando de una ficción y en una ficción al director de una película o al escritor de una novela se le permiten todo tipo de licencias. Otra cosa es si no hablamos de una obra de ficción. Entonces tiene sentido hablar de bulos, de noticias falsas propagadas con algún fin.
Se ha hablado mucho de bulos en los últimos meses en la política española. Se cumple en este momento 12 meses, un año de la investidura de Sánchez como presidente del Gobierno, tercera investidura.
Cuatro meses le costó a Sánchez conseguir los acuerdos, los votos necesarios para llegar o para seguir en Moncloa. El 13 de noviembre el PSOE registraba en el Congreso la proposición de Ley Orgánica de amnistía. Ese fue el precio. Los 15 votos de Junts llegaban después de que el PSOE, Sánchez, pactara una ley de amnistía con Junts. Si no, no hubiera habido investidura de Sánchez.
Después de la investidura hizo falta la tramitación de la ley de amnistía, que se modificó otra vez a solicitud de Puigdemont porque querían una ley de amnistía que garantizase que Puigdemont podía volver a España.
La ley de amnistía al final fue una chapuza. El Tribunal Supremo, como ya sabes, ha dicho que hay delitos a los que no se puede aplicar esa ley. Primer año de legislatura marcado por la amnistía, por el debate sobre los bulos.
No estamos hablando de una película de Ridley Scott, estamos hablando de información, no estamos hablando de ficción, estamos hablando de realidad. Primer año de legislatura marcado por la amnistía, por el caso Koldo, por la presunta trama de corrupción montada por Ábalos y Aldama. Por el concierto fiscal para Cataluña que exigía a Esquerra para convertir a Illa en presidente de la Generalitat. Por unos presupuestos que no se han aprobado y que siguen sin aprobarse. Por los batacazos de Sumar. Por la imputación sin precedentes del fiscal general del Estado, García Ortiz.
12 meses en los que el gobierno ha tenido que retirar algunas leyes porque no tenía mayoría suficiente.
Lo que ha pasado esta semana con la reforma fiscal ha sido muy emblemático. El Gobierno tiene que sacar adelante una reforma fiscal porque así lo exige Bruselas. Pero los partidos de la mayoría gubernamental de derechas, es decir Junts y el PNV, exigían la supresión del impuesto a las energéticas. Y los partidos de izquierda querían que ese impuesto siga en vigor.
Con lo cual, no ha habido acuerdo.
En este año se ha legislado mucho por decreto. Hoy en el diario 'El País', en el tradicional artículo de nuestro compañero Carlos Juez todos los domingos, o casi todos, que te cuenta lo que Moncloa quiere que sepamos. Lo que Sánchez quiere que sepamos. Bueno, pues según el artículo de Carlos Juez, Sánchez está dispuesto a ceder mucho a sus socios. Eso no es una novedad.
Sánchez confía en que los buenos datos económicos den soporte a su gobierno y a Sánchez, según nos cuenta Carlos Juez, le inquieta la guerra, le inquieta la guerra de la izquierda entre Podemos y su mar. Este año de legislatura tuvo un momento culmen que fue el momento de abril, el momento de los cinco días en los que Sánchez quiso hacernos creer que podía dimitir cuando se supo que su mujer estaba imputada por corrupción y tráfico de influencias.
Lo de abril fue una mascarada en la que Sánchez utilizó a su mujer para conseguir un mayor respaldo de su partido. Sánchez acusaba a los que habían denunciado a Begoña Gómez de ser unos machistas. A partir de ese momento, Sánchez y el gobierno difundieron la idea de que la denuncia contra Begoña Gómez y la investigación puesta en marcha por el juez Peinado era el fruto de una conspiración de la ultraderecha basada en bulos.
No estamos hablando de una película, estamos hablando de información. Sánchez sostenía que todo son falsedades, todo son bulos y por eso era necesario un plan de acción por la democracia para meter en cintura a los que llamaban pseudo medios. Eso se ha quedado en nada, pero la amenaza la hizo en su momento Sánchez.
Bulos, bulos y bulos. Desde entonces, la palabra se ha utilizado, fango, fango, fango. Desde abril el gobierno desplegó todo tipo de artillería para frenar la investigación del juez Peinado para desprestigiarla.
Mientras Sánchez prometía transparencia, el gobierno se dedicaba a atacar al juez Peinado. Y este es el día y esta es la hora, ocho y ocho minutos, el día y la hora en los que todavía Sánchez no ha dado explicaciones de lo que sucedió.
Por supuesto no se ha sometido a una rueda de prensa. El gobierno desde abril no ha parado de decir que el caso no tenía recorrido y que no había nada de nada. Pero por dos veces la Audiencia Provincial de Madrid ha avalado la investigación del juez Peinado. En octubre la Audiencia Provincial de Madrid aseguraba que las pesquisas van para largo, al mismo tiempo que recordaba que es difícil que en un caso de tráfico de influencias se concreten las pruebas.
Es decir, no sabemos si la investigación del juez Peinado acabará con algo más que de imputación. Pero claro, eso no es motivo para descalificar cómo se ha hecho continuamente al juez Peinado. Desde abril, el matrimonio Sánchez-Gómez ha utilizado los recursos del Estado para defender un caso que es un caso de un particular, de Begoña Gómez. La Fiscalía ha recurrido continuamente las decisiones del juez y Sánchez recurrió a la voracidad del Estado para ir contra el juez.
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha rechazado las tres querellas que se han presentado contra el juez Peinado. Desde que estalló el caso, Begoña Gómez y Pedro Sánchez se han acogido a su derecho a no declarar. No declaró Begoña Gómez ante el juez el 19 de julio cuando estaba citada, no declaró tampoco Sánchez el 30 de julio.
Y es lo mismo que ha hecho esta semana Begoña Gómez, ahora ante la Comisión de Investigación de la Asamblea de Madrid en la que estaba citada. Begoña Gómez llegaba a la Asamblea de Madrid en medio de una gran expectación y antes de que los diputados de la Asamblea de Madrid formularan preguntas, ella hizo un alegato en el que volvió a defender la vieja versión de abril, aquí no hay nada y esto es una especie de conspiración política y judicial.
Después de que los simuladores de justicia hayan dicho que hay razones para investigar un delito de tráfico de influencias, el matrimonio Sánchez-Gómez sigue diciendo que todo es mentira y que todo es un montaje, una conspiración. Sánchez y Gómez, Pedro y Begoña, tienen perfecto derecho a no declarar, pero al no declarar se pone en evidencia su falta de voluntad de explicar las cosas, su falta de transparencia.
Esta semana Gómez podría haber explicado, como ha revelado el diario ABC, por qué usó para hacer sus negocios, para hacer su trabajo, a una asesora de Moncloa. ¿Por qué esa asesora, para los negocios de Gómez, por qué esa asesora mandaba correos electrónicos con un membrete de Moncloa?
Se habla mucho ahora de la antipolítica. Claro, si no hay transparencia, si se niega permanentemente la información, crece la antipolítica. Parecía poco lo de Begoña Gómez, pero no para de crecer.