LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA
José Rabadán: "No fui yo, la espada bajó sola con mi brazo"
El 'asesino de la katana' acabó con la vida de sus padres y su hermana hace ahora 24 años
Málaga - Publicado el
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En el mundo de la criminología, existen historias que parecen extraídas de una película de miedo. Si en general, los casos de asesinatos hielan la sangre del más valiente, aquellos que se cometen en el seno de la familia sobrepasan la línea del terror.
Un chico de dieciséis años se aficiona a los videojuegos, sintiéndose casi la encarnación en la realidad de uno de los personajes de la pantalla de su ordenador. Por aquel entonces, recibe como regalo una katana, una espada de samurái. Poco tiempo después, su inadaptación, sus deseos de huir, de empezar de cero, le empujan a cometer una auténtica aberración.
El 1 de abril de 2000, bien temprano, José Rabadán se levanta de la cama y, katana en mano, mutila y asesina a sus padres y a su hermana. Como si no hubiera pasado nada, como si se tratara de un día como otro, el joven asesino se marcha de casa para comenzar una nueva vida.
Tras su detención, y debido a su edad, sólo cumplió ocho años de reclusión en un centro de menores, quedando en libertad a principios del año 2008, con 24 años. Y aunque parezca insólito, su triple crimen sirvió de inspiración a dos chicas gaditanas, Iris y Raquel, de 16 y 17 años. El 26 de mayo de 2000, las conocidas como “asesinas de San Fernando” mataron a puñaladas a una compañera de clase. Las dos muchachas eran admiradoras de José Rabadán y, como él, quedaron libres con 25 y 26 años de edad.
En La Noche de Adolfo Arjona hemos invitado a Paz Velasco de la Fuente, Jurista y criminóloga, especialista en delitos violentos y personalidad psicopática.
José Rabadán
Situémonos en el hogar de los Rabadán. "Era una familia trabajadora, el padre era camionero y exboxeador amateur y por eso lo llevó desde muy pequeño al gimnasio para ver si se interesaba por este deporte, pero fionalmente no se vio ataído por ser un niño muy inconstante".
José Rabadán era un gran aficionado al juego Final Fantasy, en el que uno de los personajes porta un sable de samurái, el arma con la que quitó la vida a su familia. El joven quería una katana y sus padres se la compraron, firmando así su sentencia de muerte. "Todo fue producto de una planificación y estuvo más de una semana y media penzando cómo lo tenía que hacer". Los psiquiatras le diagnosticaron una psicosis epiléptica idiopática.
Los cuerpos
Los cuerpos fueron descubiertos a través de tres llamadas telefónicas. "Rabadán llama al 091 y dice que ha matado a toda su familia pero la policía no da crédito y no envia a nadie, hora y media después vuelve a llamar y el policía le recomienda que vaya a una comisaría a contar su historia y la tercera llamada es a uno de sus mejores amigos para decirle que lo había hecho".
En el momento de descubrir los cuerpos y de no tener constancia del paradero de José Rabadán, se activa un protocolo para localizarlo.
Centro de menores
Al ser menor de edad, José Rabadán, conocido como 'el asesino de la katana', fue condenado a ocho años de internamiento en un centro de menores, además de dos años de libertad vigilada. El muchacho aceptó la pena sin recurrir, ya que, desde el primer momento, y sin remilgos, reconoció sus crímenes. "Allí fue un chico excepcional, se comportó de manera educada y muy correcta, recibio cartas de admiración y llegó a tener un encuentro con una joven con la que llegó a trazar planes de boda".
Vídeo juegos
No debemos olvidar un detalle importante en el expediente del 'asesino de la katana'. José Rabadán era un fanático de los videojuegos, y se sentía casi la encarnación de un personaje de Final Fantasy.
En La Noche de Adolfo Arjona nos atiende José Antonio Tamayo, psicólogo sanitario del centro Activa Psicología.
Puede llegar a existir una verdadera dependencia a los videojuegos en los jóvenes, como el de la persona que depende del tabaco o del alcohol. "Básicamente tiene cuatro características comunes, una sería la falta de control sobre la actividad que está haciendo, la priorización del juego sobre otras actividades de la vida cotidiana, la persistencia a pesar de las consecuencias negativas y el deterioro en áreas importantes de la vida".
Esa adicción es equivalente al tiempo que un niño pase delante del ordenador o de la consola. "Uno de los síntomas sería una preocupación excesiva por los vídeo juegos, aumentar la frecuencia que dedica al juego y el más revelador sería la pérdica de control".
Después de cumplir casi ocho años de encierro, José Rabadán, quedó libre el 1 de enero de 2008, con 24 años. Por el hecho de ser menor de edad en el momento de cometer el parricidio, salió a la calle sin la obligación de acudir de manera periódica a un juzgado. Se había convertido en un ciudadano libre, como si jamás hubiera matado a sus padres y a su hermana.