LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

Los trabajos de las mujeres en los campos de concentración: “Fabricar bombas o coser para los nazis"

En "La Noche de Adolfo Arjona" descubrimos cómo muchas mujeres nazis consiguieron sobrevivir gracias a los trabajos que realizaban en estos campos de exterminio nazis

Yolanda Guirado

Sevilla - Publicado el

4 min lectura

La cámara de gas. Horribles palizas. Y trabajos de hasta dieciséis hora al día. Era lo que esperaba a las prisioneras de los nazis cuando atravesaban los campos de concentración nazis.

Mujeres que llegaban de diferentes países para convertirse en un número. Y entre las historias y nombres de mujeres prisioneras en los campos de concentración nazis, también hay españolas. En “La Noche de Adolfo Arjona conocemos sus historias.

Una asturiana prisionera del nazismo

Una de ellas fue la asturiana Olvido Fanjul. Nació en 1910 en Gijón. Muy jovencita, con 14 años, empezó a trabajar, y siendo muy joven se despertó en ella un fuerte sentimiento sindicalista.

Olvido dejó España a raíz de la Guerra Civil . Se trasladó a la Unión Soviética, donde trabajó como cuidadora y tuvo una familia. Así lo cuenta la periodista Mónica Álvarez en su libro “Noche y niebla en los campos nazis”.

Y cuenta también cómo con el avance de Hitler en la Unión Soviética, el marido de Olvido fue llamado a filas. Nunca más supo del. Ella, embarazada, dio a luz a un hijo que le quitaron nada más nacer.

Como le ha contado la periodista Mónica Álvarez a Adolfo Arjona , "el bebé de Olvido nunca apareció. Tres meses después de dar a luz, los servicios de Hitler le arrebataron a su hijo. Era muy común el secreto de niños extranjeros".

Los nazis habían trazado un Plan conocido como “Plan general del Este”, por el que robaban a niños con facciones que consideraban propios de la raza aria, y los llevaban a Alemania para convertirlos en alemanes oficiales. Unos 20.000 niños fueron robados en otros países de Europa del Este.

Dieciséis horas al día fabricando bombas

Olvido fue trasladada al campo de Ravensbrück. Ella fue la primera de las 400 presas españolas que estuvo en este campo, y la última en abandonarlo. El arrebato de su hijo la había dejado destrozada. No tenía ganas de vivir. No quería comer ni trabajar. Quería que la mataran.

Pero eso no ocurrió. Elisa Garrido, alias “La Mañica” fue una prisionera aragonesa que se convirtió en el gran apoyo para Olvido. "Incluso le metía la comida a la fuerza por la boca para que pudiera nutrirse y salvarse".

Olvido trabajaba 16 horas al día fabricado bombas, aunque siempre que podía las boicoteaba para evitar que los nazis mataran.

Su estado de salud fue gradándose cada vez más. Tuvo una lesión ocular debido a su trabajo. También se quedó sorda por una paliza que le dio una de las guardianas. Tuvo depresión y unas secuelas terribles a nivel psicológico.

Un taller de costura que salvaba vidas

Pero no todos los trabajos de los campos de concentración eran forzosos. Había uno que ayudaba a las mujeres a huir de la muerte: El taller de costura del campo de concentración de Austchwitz.

El taller de costura se crea porque la mujer del gobernador del campo de Austchwitz pide un día a su criada que cosa un abrigo. La costurera se llamaba Marta Fuchs y gracias a esta oportunidad pudo crear un taller.

Campo de concentración de Auschwitz

Campo de concentración de Auschwitz

Aquí trabajaron veinticinco mujeres, en su mayoría judías de toda Europa. Su trabajo consistía en confeccionar ropa en el campo de exterminio de Auschwitz.

Según cuenta la historiadora británica Lucy Adlington en su libro “Las costureras de Auschwitz”, veinticinco mujeres y adolescentes, la mayoría judías, fueron seleccionadas para confeccionar ropa a medida para las damas de la alta sociedad nazi.

Trabajaban hasta catorce horas al día, y cosían también ropa para recién nacidos de los dirigentes nazis.

Estas mujeres en su mayoría habían sido modistas o habían trabajado en algo relacionado con la costura. Aunque muchas se metieron en el taller sin experiencia para salvarse.

En la entrada de Auschwitz había un cartel con el lema Arbeit macht frei (El trabajo libera)

En la entrada de Auschwitz había un cartel con el lema "Arbeit macht frei" (El trabajo libera)

El taller fue creciendo porque para los nazis suponía una mano de obra barata que les permitía tener vestidos nuevos. El taller estaba fuera del campo cercado; en un edificio administrativo en el que había más de 1000 personas trabajando.

El taller de costura estaba en el sótano de este edificio, esto permitía que las costureras vivieran mejor. Aunque seguían viviendo mal y siendo vigiladas las 24 horas, conseguían huir de la muerte.

Mano de obra barata

Las prisioneras cosían con telas que los nazis robaban a los judíos, y con maquinaria importada. El taller en sí era agradable y estaba cuidado y arreglado, porque allí acudían las mujeres de los dirigentes nazis a probarse los vestidos que cosían para ellas.

Ni las mujeres ni los niños se salvaban de la barbarie nazi. Pero estas veinticinco mujeres encontraron aquí un salvavidas. Y la dignidad que se perdía al cruzar las alambradas de los campos de concentración.

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