LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

Cuando “El Lobo” fue abandonado por los servicios secretos: “Morirá como un etarra más”

Doce años después de su primera entrevista en "La Noche de Adolfo Arjona", el único agente secreto que ha conseguido infiltrase en ETA, regresa para contar lo que ha sido su vida

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El día que “El Lobo” fue abandonado por los servicios secretos: “Morirá como un etarra más”

Yolanda Guirado

Sevilla - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

Vive en la sombra. Como ese lobo estepario del que cogió su nombre hace ahora casi cincuenta años. Media vida ha pasado ya. Medio siglo jugándose la vida por personas a las que nunca ha visto. Por personas que no conoce. Personas que nunca podrán darle las gracias porque aunque se crucen con él cara a cara, no lo reconocerían. Jamás.

Se llama Mikel Lejarza. Aunque no es lo que pone en su DNI. Lo que sí pone en su ADN es su apodo: Lobo. El agente secreto que consiguió adentrarse en las entrañas de ETA, atiende a Adolfo Arjona. Lobo concede pocas entrevistas. Contadas. Con los dedos de una mano. De esas manos que han tenido incluso que abatir a algún objetivo fuera de España. Cuando la misión lo ha requerido.

La confesión de Mikel Lejarza a Arjona

Mikel Lejarza. Ese lobo nómada que ha vivido en más de veinte sitios. Cuando atiende a Adolfo Arjona le confiesa: “Dentro de tres días abandonaré mi vivienda número veinticinco. No sé a dónde iré”. Son gajes del oficio. De un oficio que no es como ningún otro. De un oficio que es solo para valientes.

Ahora, después de más de cuatro décadas dedicado al espionaje, Mikel ha decidido a compartir su historia con el libro “Yo confieso: 45 años de espía”, que publica la editorial Roca y que ha escrito el periodista Fernando Rueda.

El periodista Fernando Rueda ha escrito las memorias de Mikel Lejarza

El periodista Fernando Rueda ha escrito las memorias de Mikel Lejarza, alias "El Lobo"

La entrevista es telefónica. Mikel nunca se deja ver. Eso también es parte de su vida. De esa vida que sigue corriendo peligro, aunque la banda terrorista haya dejado las armas. Para él, eso no cuenta. Sigue siendo un objetivo de ETA. Aunque hay cosas que le preocupan más: “Sé perfectamente que todavía ciertos personajes cercanos a ETA, siguen detrás de mía con más empeño que nunca, pero eso lo tengo asumido. ¿A quién temo realmente? Al poder. Porque el poder te va dañando poco a poco. Ese daño lento en el que sufres tú y todo tu entorno, mata mucho más. El poder no tiene sentimientos.”

Mikel se convierte en Lobo

Es inevitable. En cada una de esas contadas entrevistas, todo vuelve a 1973, el año en que Mikel fue reclutado por ETA. Parece que fue ayer. La policía de Bilbao buscaba a un joven para infiltrarse en ETA. "Alguien en la veintena, políticamente limpio, sin relación con el régimen, que hablara euskera y que los tuviera bien puestos”, cuenta textualmente “El Lobo” en sus memorias.

Su tío le presentó a un amigo suyo que era policía. Conectaron bien y empezaron a salir con frecuencia. Le contaban acciones que habían realizado para debilitar a la banda. Un mes después del asesinato al Presidente del Gobierno Carrero Blanco , dos agentes del Servicio Secreto contactaron con él. Necesitaban terminar con la banda terrorista. Y Mikel Lejarza fue la persona elegida para hacerlo.

No conocía a nadie. Estaba tan lejos de la banda que no conocía ni las siglas de ETA. Era un cero total mi conocimiento hacia lo que significaba ETA, pero por responsabilidad, me vi en la obligación de cambiar su cómoda vida por una vida de entrega total”. Y apostilla: “Me entregué a ciegas”.

¿Qué ves cuando te miras al espejo, hermano?

Reconoce que la primera vez que se miró al espejo después de someterse a una complicada operación estética que le cambió su rostro para siempre, no sintió nada: “Yo me sigo viendo como el verdadero Mikel. Por eso tengo el cuidado de ir cambiando continuamente de imagen porque no confías en ese cambio exterior. Una mirada, un gesto... pueden identificarte y delatarte”.

Adolfo Arjona le pregunta a Mikel lo mismo que le preguntaba hace ahora doce años, en la última entrevista que compartieron juntos. "¿Qué ves cuando te miras al espejo?: Cuando me miro al espejo es como si viera ante mí, la película de mi vida. “Me siento más viejo pero con mucha más fuerza y con muchas ganas de hacer más cosas”.

Lo suyo era innato. Y lo demostró aquel día que los dirigentes de ETA lo llevaron a una terraza del Paseo Pintor Rosales. Alejados de todo. Se mascaba la tragedia. Pero Mikel sabía que tenía que aguantar el tipo. Entonces uno de los etarras, le dijo: “Dice la BBC que tenemos un agente secreto filtrado de los servicios españoles, eres tú y te llaman “El Lobo”. Mikel soltó una carcajada: “Me dio la risa. Les entregué las pistolas y les dije que si eran capaces, me dieran un tiro por la espalda como estaban acostumbrados a hacer. Entonces me creyeron.”

"¡Soy Lobo, soy Lobo!"

Otro de los momentos más complicados que vivió Mikel como “Lobo” fue en la redada policial de 1975 en el centro de Madrid. Ese día todo estuvo a punto de terminar para Mikel. Estuvo a punto de morir abatido. Como un terrorista más. “Íbamos en un Mini por el Paseo de la Castellana y nos encontramos con una gran redada de la policía. Había caído Wilson, el etarra más buscado por la policía en aquellos momentos. Cuando nos disponíamos a escapar, nos dimos cuenta de que el coche no tenía gasolina, así que tuvimos que bajarnos y salir corriendo”.

Cuando lo recuerda, se corta el ambiente. A pesar del tiempo pasado. “Dispararon más de 2000 casquillos de bala contra mí. Me dio tiempo a esconderme en un piso que había cerca. Allí viví momentos muy angustiosos. Yo llamaba a la policía, pero no conseguía contactar con nadie. Saltaba el contestador automático. Pasé una hora y media sin tener ninguna respuesta”.

Mikel Lejarza ha cambiado de identidad docenas de veces a lo largo de su vida

Mikel Lejarza ha cambiado de identidad docenas de veces a lo largo de su vida

"¡Soy Lobo! ¡Soy Lobo!" gritaba al auricular del teléfono para que sus compañeros respondieran. Pero al otro lado del aparato, solo saltaba un contestador. Estaba solo. Lo habían abandonado. Más tarde, se enteró de que compañeros suyos les dijeron a los superiores: “En esa redada están persiguiendo a Mikel. Pueden matarlo”. La respuesta fue: “Si lo matan, morirá como un etarra más”. Se salvó de milagro. Y lo cuenta en sus memorias.

No se entiende que el hombre que permitió descabezar a la serpiente de ETA, no haya sido condecorado una y cien veces en nuestro país. Y sin embargo, es así. Cosas de este país. Un país que sabe enterrar muy bien a sus muertos, pero mientras tanto... Pues eso.

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