Una pócima y un ritual oculto: La verdadera historia de los muertos vivientes que no ves en "The Walking Dead"

Alimentan nuestras pesadillas más terribles. Y no es para menos. Salen de noche entre las tinieblas cuando hay luna llena. Y en medio de la oscuridad, abandonan sus tumbas en busca de sus víctimas. Hoy en “La Noche de Adolfo Arjona” hablamos de los zombies. Mucho más que una leyenda.

José Manuel García Bautista , autor de “Muertos vivientes”, (Libro de la Colección Enigma que publica la editorial Almuzara), le ha contado a Adolfo Arjona qué hay detrás de estas historias de muertos vivientes.

¿Los zombies existen?

El origen del fenómeno zombie se sitúa “inicialmente en África, donde había y hoy siguen existiendo unos cultos, que durante la esclavitud con América, fueron llevados a la zona del caribe. Allí se fusiona la religión primitiva de los esclavos africanos con el catolicismo, y esto hace que se forme un crisol de ritos que se han mantenido hasta hoy”.

“Los muertos vivientes existen”. Así de tajante se muestra José Manuel García Bautista. Aunque no tienen nada que ver con lo que vemos en el cine y en la televisión: “Se trata de una falsa muerte, un castigo que dan a una persona porque ha tenido un mal comportamiento”.

García Bautista asegura que en sus viajes a Haití ha vivido zombificaciones pasionales. “La religión vudú contempla como castigo zombificar a personas. Se anula la voluntad del individuo con sustancias que hacen que la persona entre en una especie de muerte aparente. Una muerte que ni siquiera un médico puede garantizar en lugares como Haití”.

Un ritual de muerte

¿Y cómo es ese ritual? Una vez que pagan al mago por darle ese castigo a la persona elegida, se le hunta por contacto cutáneo una sustancia en polvo, conocida como “polvo zombie”, que tarda entre dos y cuatro horas en hacer efecto.

Bajo los efectos de ese producto, la persona se empieza a encontrar mal, y se ve sometida a un periodo de aletargamiento, que le provoca un estado de catalepsia profunda. Las pulsaciones del corazón bajan entre dos y cuatro por segundos.

Sí hay una forma de comprobar si una persona está muerta o no: “La única forma que tienen los médicos de constatar una muerte, es clavar un alfiler en el ojo. Y si lo hacen a estos falsos muertos, no despiertan".

Una vez que se encuentran en ese estado, proceden a enterrar a esa persona. Y permanece bajo tierra entre 24 y 48 horas. En ese momento sí es consciente de que está enterrado. “Después lo sacan y lo reaniman con otras drogas para que vuelva supuestamente a la vida”.

Este ritual ha inspirado las leyendas de zombies que hemos visto incluso en vídeos musicales, como el famoso "Thriller", de Mickael Jackson.

La misteriosa desaparición de la espada de San Pablo

Y si los muertos vivientes son objeto de leyendas e historias de terror, hay una desaparición misteriosa que no se ha resuelto después de varios siglos. Es la espada de San Pablo.

Francisco de Quevedo, Benito Pérez Galdós o Gregorio Marañón. Todos estaban obsesionados con el cuchillo de Nerón, como también se conoce a “La espada de San Pablo”. Pero, ¿Qué historia esconde uno de los objetos más buscados de todos los tiempos?

Francisco José Rodriguez de Gaspar es autor de “El enigma de la espalda de San Pablo”, de la Colección Enigma de Almuzara. Y nos cuenta que la espada de San Pablo es una reliquia que llega a Toledo en el siglo XIV, es un objeto al que se le atribuye la decapitación del Apóstol San Pablo.

Un enigma sin resolver

Y según nos cuenta Rodríguez de Gaspar, “tras permanecer en Roma, llega como un regalo de Gil de Albornoz, Cardenal de Toledo, al que se le encomendó al recuperación de las Ciudades Vaticanas, quien se mostró muy interesado a lo largo de su vida por el coleccionismo de reliquias”.

El nuevo destino de la espada sería el monasterio de Sisla, que existió en Toledo hasta la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo,a partir de ese momento, se pierde su rastro. “Sufre muchos avatares que he intentado recoger, y puedo decir que llega al monasterio de Sisla, es un monasterio que el propio Emperador Carlos V elige para esconderse cuando muere su mujer, Isabel de Portugal.”

¿Su destino?

Tal era el interés por el objeto, que incluso Francisco de Quevedo dedica uno de sus libros a San Pablo, y en la portada aaprece recreada la espada de San Pablo. “Lo que más sorprende es que la espada que aparece en la portada, no es la auténtica espada, si no una réplica de la espada.”

El General Francisco Franco también la buscó, en 1950 y en 1967. “Hay un recorte en prensa en el que cuentan que entregaron una réplica al Caudillo”. ¿Pero y la original?

¿Dónde está la espada? Nadie lo sabe. Asi que quienes quieran saber cómo era aquel objeto que despertó tanta expectación durante siglos, tendrá que ir al Museo del Ejército de Toledo y preguntar por ella. Allí conservan una réplica. ¿El destino de la original? Tal vez fue destruida. Tal vez permanece oculta, esperando a ser encontrada. Sigue siendo un misterio. Hasta hoy.

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