Patricia sufría un dolor crónico de escala 10 en el brazo y vuelve a hacer una vida normal: "Sin morfina"

Tanto la protagonista de la historia como Daniel, su fisioterapeuta, cuentan en 'La Noche de COPE' cómo fue todo este proceso

José Manuel NietoRedacción La Noche

Publicado el - Actualizado

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El dolor no es igual para todos y en 'La Noche de COPE' nos preocupamos por ello. Hay quienes por un simple picotazo de un mosquito sufren lo indecible. Y quienes llevan años aguantando el sufrimiento de jaquecas que a otros les paralizarían por completo. El hecho es que las Unidades del Dolor de los hospitales españoles no dan abasto. El 20% de la población en Europa sufre dolor crónico. Y ya en nuestro país, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), el 32 % de los adultos padece algún tipo de dolor, y un 11% lo padecen de forma crónica.

Lo positivo es que la tecnología lleva buen ritmo en esta parcela de la medicina. Desde hace tiempo se aplica la realidad virtual para disminuir el dolor en cirugías o pruebas. Hay aplicaciones para saber con exactitud la intensidad, duración y localización de un dolor. En el Centro Europeo de Neurociencias consiguen recuperar a pacientes que llegan con umbrales del dolor máximos. Allí acudió Patricia, que le cuenta a Beatriz Pérez Otín en 'La Noche de COPE' su experiencia por la que no podía soportar el que sufría en un brazo hasta que comenzó las sesiones de fisioterapia con Daniel en este centro.

"A finales de diciembre me operaron y cuando me desperté resulta que debido a la intervención, se me quedó todo el brazo izquierdo paralizado. Además, no me fijaba tanto en que no podía moverlo, sino la barbaridad que me estaba doliendo. Yo explicaba que era como un dolor eléctrico, como si me cogieran la mano y me la metieran en unas brasas ardiendo y la tuvieran, hay un ratito", revela a Beatriz Pérez Otín. Lo que tenía era una lesión en el plexo braquial, qué son los nervios que están en la zona de la clavícula y que van hacia el brazo y se produjo debido a un hematoma que presionaba estos nervios.

La analgesia "no servía para nada" para estos dolores y el médico le decía que "realmente para quitarte el dolor que tienes lo único que funciona es la morfina", pero la reflexión que puedes escuchar aquí fue determinante para encontrar la solución. "En marzo del año pasado justo me levanté un día por la mañana, yo que llevaba una vida más saludable y además iba al gimnasio por la mañana antes de ir a trabajar, y tenía el brazo izquierdo tan hinchado que cuando fui a meterlo por la chaqueta no me entraba; pensé que era un trombo y me fui al hospital y en efecto era un trombo", revela sobre el día en el que todo cambio.

"Analizando las razones, pues vieron que en la sangre tenía cosas que favorecía la generación de trombos, pero que no explicaba lo que me había pasado y buscando dijeron que había una causa mecánica: la clavícula con la primera costilla y con los escalenos presionaban a una zona por dónde pasa la vena subclavia que va hacia el brazo", continúa explicando. Lo que tuvieron que hacer fue operar. "Lo que se produjo es un hematoma gordo, pero muy gordo del tamaño de una naranja, y eso es lo que presionaba a los nervios", concreta.

El tratamiento

Para poner remedio acudió al Centro Europeo de Neurociencias donde Daniel pensó que era primordial enfocarlo pensando que "es desmoralizador vivir con el dolor, pensando además que puede llegar a ser crónico", tal y como relata en 'La Noche de COPE': "Una de las primeras cosas que hicimos fue un calendario de dolor que indicaba por la mañana, por la tarde y por la noche como es tu dolor y dependiendo de los medicamentos que va tomando, vamos viendo si el tratamiento va funcionando". Indica que el tratamiento son "las muchas cosas que hace fuera Patricia".

"Al final hay que personalizar mucho el tratamiento y cada abordaje distinto igual que los tiempos de recuperación son distintos, la intensidad del tratamiento es distinta y por eso también intentamos ceñirlos mucho a la personalización del tratamiento del paciente", destaca. Ella llegó con un 10 en la escala de dolor, siendo esta de 1 a 10, y enseguida se redujo al nivel más bajo. Patricia ha vuelto a ser la misma de antes

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