Así son las peligrosas condiciones de los ganaderos trashumantes: “Nunca habíamos vivido esta situación”

Diego Torres es un ganadero extremeño que ha explicado a 'La Tarde', con Pilar Cisneros y Fernando de Haro, que la situación es extrema por culpa de las lluvias

Redacción La Tarde

Publicado el - Actualizado

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Hace unos días, un médico rural, Andoni Mendoza, escribió que en lugar de molestarse por el paso de las vacas por la carretera, quería resaltar la importancia de esta tradición, la trashumancia, todo un espectáculo visual conservado a lo largo de los siglos y que está considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial: “El viernes tuve que esperar mucho para llegar a la consulta de un pueblo de apenas 30 habitantes en Gredos. Centenares de cabezas de ganado iniciaban su viaje hacia Extremadura. No importa esperar, es un orgullo ser médico de un pueblo donde aún mantienen tradiciones inmemoriales.” De pequeño (o de pequeña) seguro que has oído cantar aquello de “ya se van los pastores a la Extremadura, ya se queda la sierra triste y oscura”.

Pues la canción habla directamente de esta tradición tan española, en la que se busca la eterna primavera y los lugares donde los pastos estén verdes. Las vacas pasan 6 meses en la Sierra de Gredos, en Ávila, y cuando llega el invierno, bajan a Mérida para poder pastar. Allí pasarán otros 6 meses.

Diego Torres es ganadero trashumante. Tiene 42 años, es de Navarredonda de Gredos y lleva toda la vida pastoreando reses de ganado. Le pillamos ya en tierras de Extremadura, de camino a Mérida, destino final de sus vacas, que se quedarán ahí los próximos meses. “Lo hemos pasado fatal”, reconoce el ganadero a 'La Tarde', con Pilar Cisneros y Fernando de Haro. “Hemos tenido que estar tres días parados”, añade. Su destino es Mérida, pero aún así, no tiene claro si conseguirán alcanzarlo porque "ha llovido muchísimo". “Nunca habíamos vivido esta situación”, señala.

“Se pasa miedo porque no sabes si el río se va a llevar a algún becerro”, aclara Torres. Pero aun así, las vacas siempre logran cruzar ese río: “Es increíble el instinto que tienen para tirarse y se tiran locas al río”.

Cada año bajan las vacas de un solo ganadero a Mérida. En este caso, las suyas: “las bajamos a Mérida a los pastos de invierno”. “Lo normal es que vayamos gente que sabemos ir a la materia”, explica. Y añade que llevan "unos perros y unos caballos”. “Nosotros vamos a caballo”, aclara. Van además equipados “con el traje de agua todo el día”. “Menos mal que podemos hacer una buena lumbre y secarnos”, ha contado.

Hacer este traslado es importantísimo a nivel sanitario porque cuenta que “si hay cualquier enfermedad se limpia”. Lo han hecho durante toda su vida, pero últimamente se les está complicando porque están encontrando exceso de burocracia: “Hay que hacer mucho papeleo, nos exigen muchas pruebas sanitarias”. Él cree que deberían facilitarle la tarea, puesto que, de lo contrario, "no lo vamos a acabar moviendo".

Muchas veces se ha pensado dejarlo: “Al final te quemas ya de tal manera que digo no vuelvo a trashumar". Pero al final sigue con su labor: “Lo intentas porque quieres a tu ganado”. Y dentro de su familia lo comprenden porque "lo ha vivido desde siempre y es una cosa que llevamos en la sangre”.

Diego tiene relevo. Cree que sus hijos y sobrinos podrían continuar la trashumancia. “Han estado con nosotros echándonos una mano”, apunta.

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