"Mi bebé y yo dormimos tres meses en la calle"

En el centro 'Divina Providencia' dan de comer cada día a miles de venezolanos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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“Me vine sola con mi bebé y dormíamos en la calle. Duramos tres meses durmiendo en la calle. A veces no cenábamos. Empecé a venir para acá y todo cambió".

Acá es la 'Divina Providencia', el lugar que da de comer cada día a miles de venezolanos en Cúcuta. Personas que como Grecia, una joven sola con su bebé, necesitan alimento y un techo. Ella, a cambio, friega cada día el suelo del comedor. 

El obispo de Cúcuta, Víctor Ochoa

La iniciativa parte de la Diócesis de Cúcuta, cuyo obispo es Víctor Ochoa: “La diócesis de Cúcuta ha querido ser la mano caritativa que acoja este drama. Niños, ancianos, mujeres, que cruzan la frontera desde Venezuela. Y en esta Divina providencia distribuimos cada día 1500 raciones”.

Pero además de alimentos, los refugiados venezolanos necesitan medicamentos y vacunas, productos que tienen precios prohibitivos al otro lado de la frontera. 

"Los venezolanos han perdido 11 kilos en el último año”.

Todo esto es posible gracias a la labor de muchos colombianos y venezolanos que trabajan desinteresadamente ayudando a los demás: “El gran milagro de esta casa son 30 o 40 voluntarios que vienen cada día a cocinar, distribuir alimentos y lavar los platos. Tenemos ayuda también de Cáritas Italia y España”.

La situación al otro lado de la frontera es realmente grave: “Lo que está pasando en Venezuela es un drama. Muchos no tienen qué comer, comen una comida al día. Los venezolanos han perdido 11 kilos en el último año”. 

Un menú en la Divina Providencia

Un menú en la 'Divina Providencia'

En el centro, les ofrecen un menú sencillo pero que contiene todo lo necesario para dar de comer: “Arbejas, carne molida, arroz, yuca. Hoy tenemos 1.200 personas comiendo aquí".

Yohana disfruta de este menú mientras charla con Expósito: “Vine para buscar empleo. Aquí como cada día. En mi país no hay comida, no se consigue empleo, medicinas…no hay nada”.

Muchos de los que llegan tienen problemas de salud. Sufren dermatitis en la piel por bañarse en aguas contaminadas. Necesitan vitaminas, antibióticos.

"Es triste y lamentable que tengamos que salir de nuestro país para mendigar comida aquí".

Ramón tuvo que abandonar su país a pesar de tener trabajo: “Allí hay mucha necesidad. Me vine y renuncié a mi trabajo porque con mi sueldo no podía comprar un cartón de huevos”.

Su situación es la de muchos que han pasado en muy poco tiempo de tener estabilidad económica a la pobreza absoluta: “Es triste y lamentable que tengamos que salir de nuestro país para mendigar comida aquí. Mi deseo es volver a Venezuela, pero no podemos, si el sueldo no da para comprar comida”.

“La harina vale cien bolívares, y eso es el sueldo mínimo”, nos cuenta Erson, de 21 años y con dos niños de 1 y 3 años. “Allá no alcanza la plata. No se puede vivir. Hay muchos robos. En el barrio donde yo vivo roban los cables para comer. Es una locura y las autoridades no hacen nada”.

Historias que se ven y escuchan cada día en la 'Divina Providencia' de Cúcuta, donde cada día comen miles de venezolanos.

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