¿Es eficaz el reparto de las desaladoras en España para paliar la sequía?: "Hay que revisar dónde están"
Fernando Trías de Bes analiza si las desaladoras pueden ser una solución eficiente para minimizar los efectos de la falta de agua y desgrana también su impacto en el medio ambiente
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Según apuntan todas las previsiones meteorológicas, la próxima semana vamos a vivir un episodio de calor realmente inusual para ser finales de abril, que hará que las temperaturas alcancen hasta los 40 grados en algunos puntos de nuestro país probablemente entre el jueves y el viernes. A esto se le añade, además, que sigue sin aparecer prácticamente la lluvia y los embalses están bajo mínimos. De media, se encuentran en un 51% de su capacidad, y la situación es especialmente crítica en la cuenca de Cataluña y en el Guadalquivir.
Si la tendencia no cambia mucho, las consecuencias de esta sequía que ya estamos padeciendo serán catastróficas. Por eso, resulta curioso que no se esté hablando de alternativas para paliar los efectos de la falta de agua, como pueden ser las desaladoras. España cuenta con 765 plantas desaladoras que producen un total de 5 hectómetros cúbicos de agua desalada al día, y más de 1800 cada año. No obstante, no se sabe hasta qué punto pueden ser suficientes y resultar una alternativa efectiva para estas épocas de escasez de agua como la que vivimos actualmente.
Nos espera un año muy seco, de eso no cabe duda, pero ya hemos sufrido otros largos periodos de sequía, como comenta nuestro economista de cabecera, Fernando Trías de Bes. “Sequías siempre ha habido”, y recuerda que hay registrados documentos que recogen sequías importantes incluso desde el siglo XV y XVI. Sin embargo, esto no sirve como excusa para restar importancia a la situación actual. El economista apunta que el número de episodios de sequía de ahora “no es que sea mayor que durante el ultimo siglo, pero si son mucho mas agudas” y “ponen muchísima presión sobre los recursos hídricos”.
El grueso del agua en España se va en la agricultura, como indica Trías de Bes. “El 70% de lo que consume España es para regar campos”. Explica el profesor de economía que ya hay muchos sistemas de riego eficientes para tratar de ahorrar agua en este sentido, pero también queda mucho trabajo por hacer, ya que no están implantados en toda la agricultura española. “La falta de agua nos acaba afectando al bolsillo”, aunque no lo parezca, y es que hay productos que se están produciendo en menor medida por la sequía y, por lo tanto, se están encareciendo.
Más una opción complementaria que la única solución
En cuanto a si las desaladoras podrían ser una solución a esto, el economista considera que son “un parche para años muy difíciles”. Destaca que España es una potencia en este ámbito, pues es de los países del mundo que más capacidad tiene para desalar agua. Pero aún así, dejando a un lado lo utilizado para la agricultura, si el resto “lo tomáramos de las desaladoras, apenas nos llegaría para un 15% de todo lo que consumimos de agua”, señala Fernando Trías de Bes. Por lo tanto, son un complemento, pero es muy complicado que se conviertan prácticamente en la única opción para abastecernos.
Esto ocurre ya, por ejemplo, en países como Malta o Maldivas, que toda el agua que consumen proviene exclusivamente de desaladoras. Pero, por supuesto, sus circunstancias son muy diferentes a las de la Península, y pueden ser más similares a las Canarias y Baleares, donde, al tratarse también de islas, funcionan un gran número de plantas desaladoras. “España nunca podrá tener una situación como la de estos países”, sentencia el profesor de economía. “La desalación va a tener que ser siempre un complemento, pero cada vez va a ser más crítico”.
Eficiencia vs impacto medioambiental
Las desaladoras pueden suponer una ayuda ante la sequía, pero también problemas medioambientales, especialmente por sus emisiones de CO2. A pesar de ello, son bastante eficientes, como apunta el economista. “La producción de 1000 litros de agua se hace solo con 3 kilovatios/hora, pero al final hay que producir muchísimos litros de agua”.
Otro efecto en el medio ambiente que también hay que tener en cuenta es la salmuera, es decir, todos los residuos que deja el agua una vez ya desalada. “No todo se aprovecha en la industria y mucho se tiene que verter al mar”, precisa el profesor de economía, lo que afecta al grado de salinización del mar y puede terminar resultando un problema en el ecosistema.
Fernando Trías de Bes también ha hecho una distinción entre desaladoras de alta capacidad y de baja capacidad. Las primeras, según el economista, producen el 70% de todo el agua desalada en España, mientras que las segundas “cubren la demanda de territorios muy concretos”. Con lo cual, el reparto no es muy homogéneo. El profesor pone de ejemplo el caso de Cataluña, cuya escasez de plantas desaladoras, al no ser una región que tradicionalmente haya sufrido sequías, ahora le está pasando factura. “Vamos a tener que revisar dónde están esas desaladoras”, opina Trías de Bes. Reconoce que son una inversión costosa, pero “cuando llegan estos episodios de sequía, no tenerlo te sale más caro”.