La foto de Fernando de Haro: "No habría palabra alguna que tuviese el espacio que requiere el adiós"

La foto del día

Redacción La Tarde

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La foto es la foto de un abrazo. El fondo verde y desenfocado. Quizás es el verde de un parque. También desenfocados dos muchachos con polos negros. Y luego un devoto con kipá. Y en primer plano el abrazo de dos soldados jovencísimos. Verde oliva los uniformes. El más bajo se hecha sobre el hombro del más alto al tiempo que le rodea con la mano el cuello. El más alto, con una mano muy grande, sujeta la cabeza del más bajo. Y parece que el más alto, con una boina verde sonríe y que el más bajo, con una boina caqui llora. Puede ser un abrazo de despedida antes de partir hacía el frente, puede ser un abrazo de consuelo o de pésame. Se funden los cuerpos y los soldados por unos segundos encuentran hospitalidad, piedad, acogida en el cuerpo del amigo. Así ceñidos, retienen un instante el ánima. Y luego se van despacio sabiendo que el destino son ellos mismos, ellos con miedo, ellos solos, ellos con la otra vida susurrando inquieta a su alrededor. No hace falta que los soldados se digan: mañana en la batalla piensa en mi. Ya está todo dicho, en realidad no hay nada dicho, pero no habría palabra alguna que tuviese el espacio que requiere el adiós. Cada uno de los dos jóvenes soldados se van despacio con un azogue que les hace tiritar bajo un sol ardiente, con el deseo de encontrar en sus adentros un pensamiento, un verso, un nombre, una canción que pueda conjurar la soledad ante la otra vida susurrando inquieta a su alrededor. Y el momento, que debería ser solemne, es tan grávido y tan efímero como todos los momentos.

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