En 'La Tarde'

"Si un pandillero quiere que seas su mujer o lo aceptas o te matan"

El equipo de 'La Tarde' visita un centro de menores situado en uno de los lugares más conflictivos de Ciudad de Guatemala

Borja Martínez

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Ivana tiene 16 años y es de Honduras. Tiene un pelo larguísimo, y unos ojos negros imponentes. Su aspecto físico en muchos lugares llamaría la atención, sin embargo durante su adolescencia su cuerpo ha sido su condena. Cuando Ivana tenía 8 años lo que más le gustaba era montar a caballo con su hermano. Los momentos felices se acabaron cuando asesinaron a su madre. En ese momento su vida cambió radicalmente. Comenzó a peregrinar por las casas de los familiares para ver quien se quedaba con ella. Quien tenía que protegerla no lo hizo, todo lo contrario. Eso sumado a una zona controlada por las maras hizo que un pandillero le echara el ojo: "Si uno de ellos quiere que seas su mujer tienes que hacerlo si no pueden matarte". Consiguió huir y recaló en Guatemala. 

"Violencia sexual, asesinos y las pandillas"

A su llegada al país centroamericano se convirtió en carne de centro de menores. Su vida cambió en el Centro Raíces del Amor situado en la zona 1, un lugar muy complicado. Allí Ivana ha logrado encontrar un futuro. Quiere dedicarse al maquillaje y a la belleza pero quiere ser juez: "Eso empezó desde que entré en los hogares. Muchas perosnas violan los derechos de los menores. Todos tenemos derecho a estudiar y no de que se aprovechen de nosotros y nos pongan a trabajar". Ivana ve claro cuales son los tres grandes problemas que hay ahora mismo en la sociedad, sobre todo relacionado con los menores: "Violencia sexual, asesinos y las pandillas". Ella ha sido objeto de violencia sexual y las maras casi le cuestan la vida.

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Ahora ha encontrado un lugar donde cobijarse y pasar el día. Arropada por un equipo de profesionales compuesto por médicos, educadores, psicólogos ha logrado salir adelante, En el Centro Raíces del Amor han estado Rubén Corral y Elena Grandal para conocer el funcionamiento de la casa: "El centro está en una zona muy peligrosa. En la puerta hay dos guardias de seguridad que contrastan con la tranquilidad que se respira en el interior". Un centro en el que es imprescindible cumplir unas normas básicas escritas en el mural de entrada y que dicen así: "Prohibido el contacto sexual, evito golpes, actos o palabras hirientes. Respeto las pertenencias de los demás y evito sustancias que puedan dañar mi cuerpo y mi mente". Una reglas que nunca se pueden faltar. Eso sí, el buen comportamiento está recompensado: "Al que se porte bien le llevamos al cine o a parques recreativos" cuenta una de las cuidadoras del centro. 

Un trabajo que sería imposible de realizar sin el esfuerzo y el sacrificio de la cocinera Susi, la doctora Kimberli, la coordinadora Rosi, Alex el trabajador social y el psicólogo, pilar fundamental para que todo vaya en orden. 

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