En 'La Tarde'
Un sacerdote español lleva 45 años obrando milagros en Guatemala
El Padre Prudencio ayuda a personas con diferentes problemas a reconducir su vida
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Una vez más se confirma que los milagros existen. El equipo de 'La Tarde' en Guatemala se ha desplazado hasta una iglesia cristiana situada en la zona 6 de Ciudad de Guatemala. Es uno de los barrios más terribles y peligrosos de las afueras de la ciudad. En él se junta el paro, la miseria, las aguas fecales, las extorsiones, pandillas de niños, chicas explotadas o también denominadas novias comunitarias. Pero entre tanta pobreza y mala imagen aparecen dos personas que consiguen el milagro, el Padre Prudencio, que nació en Burgos y lleva 44 años en Guatemala y la hermana Barglen.
En 'La Tarde' desde Guatemala tuvimos la oportunidad de hablar con él: "Llevo 13 años en Santo Hermano Padre y ya hemos conseguido 8 comunidades. La comunidad eclesial tiene como objetivo encontrarse con todos y hacer una iglesia en la que no haya gente que se sienta al margen. Las dos tareas que nos encarga el Señor es hacer vecinos y hacer discípulos".
La zona 6 también la conocen como colonias o espacios habitacionales: "Porque vive fundamentalmente gente inmigrada del interior de la ciudad por la pobreza o del centro del país por diversas circunstancias, como fue la guerra o el terremoto del año 76". A esto se le une el problema de que Guatemala se construyó sin planificación urbanística: "Casi todos los años se producen derrumbes de casas y además tenemos al lado el Río Las Vacas que es un río de desagüe. Cuando vienen grandes avenidas hay una zona de esta parroquia que se inunda, y hay que hacer albergues para movilizar a la gente y sobrevivir".
ESCUCHA LA ENTREVISTA COMPLETA | Padre Prudencio en 'La Tarde' desde Guatemala
La situación en la que viven en la zona es de aboluta pobreza, no tienen nada: "La palabra pobreza aunque es castellana no significa lo mismo. En España dices pobreza y a lo mejor tienes coche y aquí sin embargo no es así, aquí llega a los principios de comer y beber". Los problemas con los que se encuentra gran parte de la sociedad guatemalteca son muy grandes y las soluciones que la Iglesia puede ofrecer son pequeñas. Pero hay personas que gracias al Padre Prudencio han conseguido salir adelante.
Una de estas personas es Marwin Martínez, zapatero de oficio y con 3 hijas y 4 nietos: "Yo fuí pandillero desde el año 1984 hasta el 2000". Sus inicios no fueron nada fáciles: "Crecí en lugares muy pobres, desintegrados, apenas tenía la oportunidad de conocer a mi padre. Mi madre estaba sola y no no podía hacer mucho, era pequeño. Entonces empecé a juntarme con los muchachos de la cuadra, gente mayor que yo". Marwin tenía 13 años cuando comenzó a realizar pruebas para entrar en las pandillas: "Uno de los requisitos era inhalar pegamento". Una vez dentro pasó 8 veces por la cárcel, algo habitual en jóvenes. Existe miedo a que te cojan preso con una gran ondena y existe miedo a que te coja otra pandilla rival y te haga daño o te mate: "A mí me castigaron muy duro, pasé varias semanas sin poder comer por las palizas que me dieron"
El momento más duro fue intentar salir. Marwin se encontraba hundido en la miseria, rodeado de cocaína y crack: "Toqué fondo cuando consumí durante seis años estas sustancias. Eso me hizo bajar mucho de peso". Durante este tiempo se enamoró de su actual esposa: "Nos juntamos y tuvimos los tres hijos. Los dos mayores sufrieron esas consecuencias". Su padre era el líder de la pandilla, más de 3 veces miembros de su porpia mara intentaron derrocarle pero no lo consiguieron: "Hasta que llegó el momento en el que no podía más, me quedé sin fuerzas por culpa de la droga. Llegué a tal punto que me llevaba cosas de casa para venderlas y así poder comprarme cocaína". Ahí fue cuando se dio cuenta de que no podía más: "Decidí apartarme de la pandilla y del grupo de adictos. No me pusieron pega. Le puse muchas ganas para salir de este mundo y lo conseguí".
Hoy el futuro de los jóvenes es muy incierto: "Yo tengo en la familia primos que son pandilleros y siguen matando. Su futuro está en la cárcel". A pesar de esto Marwin intenta ayudarlos: "Ayudo a otros jóvenes a salir de las pandillas, como a mí me ayudaron. Gracias a Dios mis hijos no salieron ni pandilleros ni adictos".