Un vecino de Gerona deja su trabajo y jamás imaginaría lo que le ocurre después: "Cinco cifras"

Tomás Plá ha explicado en 'La Tarde' cómo dio una vuelta a su vida en el momento que decidió dejar su profesión como arquitecto

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Desde niños siempre hemos tenido algunos sueños. Seguramente sea algo atrevido dejar un puesto de trabajo estable para cumplirlo, sin embargo, hay quienes lo hacen. Uno de ellos es Tomás Plá, arquitecto técnico de profesión. Era el año 2000 cuando abandonó la escuadra, la cinta métrica y el papel calco para cambiarlo por su hobby, coleccionar juguetes.

Puede parecer una idea romántica, pero 23 años después, el museo que hizo sigue abierto y es un referente para el amante del juguete antiguo. Entre sus 4 paredes podemos disfrutar de casi 2300 juguetes fabricados en su mayoría, aquí en España, entre los años 1870 y 90.

Lo llamativo de Tomás es que ha acabado profesionalizando su hobby. Si le preguntas a Tomás por uno de los primeros juguetes que recuerda, él se refiere al tren que le trajo su tío de Italia cuando tenía cuatro años. A partir de ahí, todo ha sido un juego. A los 15 años hizo su primera maqueta, a los 22, convirtió la azotea familiar en un campo de juego y con 40, inauguró el Museo del Juguete de Sant Feliu de Guíxols, en Gerona.

Tomás tiene cerca de 10.000 juguetes y explicaba en 'La Tarde' que "a veces ha abierto el armario y le han caído varios por encima. Luego en el museo hay algunos caballos de cartón donde los niños pueden subirse y bajarse, un pulpo, una maqueta de tren", etc. También contaba Tomás que él se distraía mucho de pequeño con "juguetes de construcción, piezas de madera, de plástico" con las que se podía construir.

De hobby a profesión

Su pasión por los juguetes pasó a convertirse en una profesión para vivir de ello. Tomás comentaba que "al principio compaginaba con las obras y ahora estoy preparando el nuevo museo para tener una cosa más tranquila de cara a mi próxima jubilación, las entradas ayudan a que viva de esto, pero hay alguna renta en otro sitio, del museo solo no podría vivir".

El coleccionista resaltaba que cuanto más raro sea un juguete, más valor tiene, "de mi colección de juguetes a todo el mundo le gusta el famoso Bugatti. En cuestión de coches, es emblemático, lo hizo la casa Paya en 1929, es un juguete grande de 40 centímetros de largo, va a cuerda, es muy bonito.

Aliado del coleccionista

Parece que esto del coleccionismo no tiene fin, porque Tomás sigue buscando nuevas piezas para su colección, y en esa búsqueda, hace 25 años encontró a su mejor aliado. Javier Lozano, juguetero de Barcelona y que se conocieron en una feria.

Javier explicaba que el perfil del cliente del juguete antiguo es "generacional, busca el juguete con el que ha jugado en su niñez, nosotros somos vendedores de ilusiones. La pieza más cara que he vendido son los de lata de fabricación catalana o española de principios de siglo, que cuesta unos cuantos miles de euros, más o menos 5 cifras".

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