La vida de un médico rural en plena pandemia: "Si tengo que hacer 30 kilómetros... pues los hago”

La doctora Ana Piñol forma parte de ese 40% de los profesionales de atención primaria de España, que atienden a municipios de menos de 15.000 habitantes

Redacción La Tarde

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Son las 8 de la mañana. Y nuestra protagonista, que es médico, ya está en su consulta de Huesca. A esa hora empieza a llamar por teléfono. Dan las nueve y media. Coge el coche y comienza el recorrido por las carreteras comarcales, que la llevan hasta los siete pueblos de la provincia de los que se ocupa. La doctora Ana Piñol forma parte de ese 40% de los profesionales de atención primaria de España, que según la Organización Médica Colegial, atienden a municipios de menos de 15.000 habitantes. Ana es médico rural.

Miles de kilómetros a la espalda acudiendo a las casas de sus pacientes casi a cualquier hora. Pero como me dice la doctora Piñol... “Solo con que haya un paciente que necesite que vaya, yo voy. Si tengo que hacer 30 kilómetros... pues los hago.” Son pacientes con miedo en esta segunda ola de coronavirus y son pacientes con nombre. Un médico rural es lo primero que aprende: el nombre de las personas que atiende.

Cuando Ana llega a Argavieso, municipio de 96 habitantes sabe que la esperan Gloria y María Luisa, sabe que rondan los 80 años y que son cuñadas y cuando llega a Fañanás con 118 vecinos, sabe que la esperan Pilar y Alfredo. Ana obtuvo su plaza en diciembre al jubilarse el anterior médico tras 36 años. ¿Cómo iba a imaginar lo que se le vendría encima?

En marzo se cerraron los consultorios pero en la desescalada Ana volvió a la medicina presencial, al contacto directo con los vecinos y lo hará mientras le dejen. “Simplemente con aparecer por la puerta, ya parece que tienen menos males... solo porque ven que el médico viene a verlos”, asegura en su entrevista en el programa "La Tarde" de COPE.

Hablamos muchas veces de la labor importantísima que hacen los médicos de atención primaria en nuestro país, de lo desbordados que están con el COVID 19 y a veces se nos olvida que en el medio rural con una población muy envejecida su labor es también de vigilancia, de acompañamiento y de canalizadores de angustias.