El sencillo ejercicio para combatir el estrés que llega con la vuelta al cole: recomendado por una psicóloga

Es algo que tenemos tan interiorizado que no tenemos en cuenta sus efectos y su gravedad y así lo explica la psicóloga Macu Gortazar

David Nieto Cortés

Publicado el

4 min lectura

      
      
             
      

La llegada del mes de septiembre es, para muchos, sinónimo de estrés, un palabra que utilizamos mucho, y en la mayoría de las ocasiones, sin conocer realmente cual es su significado. Esto es porque damos por hecho que es algo negativo e incluso hay algunos que lo llegan a identificar con un estilo de vida que hemos asumido de manera errónea.

Tendemos a menospreciar el estrés hasta tal punto que con un 60 o un 70 por ciento de estrés sobre nosotros o los que están a nuestro alrededor, decimos que no es para tanto. Esto es porque en algunos casos tenemos expectativas muy altas o también por compararnos constantemente con las personas quienes nos rodean.

Nos quejamos y echamos la culpa al estrés

Las quejas son una señal de nuestro cuerpo que exterioriza ese posible estrés para hacerlo real, aunque sea de manera aparente, ante el resto de personas. Además, muchas veces se quieren acentuar situaciones en las que, aunque tengamos muchas cosas que hacer y poco tiempo, hacen que las sobrepongamos sobre cosas buenas. El balance general sería una situación que no es mala, pero las situaciones de estrés eclipsan a las buenas.

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Un hombre, desesperado ante su ordenador

Tendemos a llamar estrés a situaciones que no son estrés, aunque no sean buenas. Pero no está bien utilizar la palabra estrés para factores como la tristeza o angustia. Se generaliza el uso de la palabra estrés y se pierde su identidad real.

Síntomas de que tenemos estrés

Fundamentando en origen biológico, es decir, señales físicas en nuestro cuerpo, como dolor de cabeza o de tripa, sequedad en la pies, no sientan bien los alimentos. Es la manera de avisar del cuerpo de que algo no está yendo como debe. Luego se determinará si es estrés o ansiedad, pero está claro que es una señal de que el cuerpo está dando más de lo que se le puede pedir.

También puede venir de atrás. Emociones pasadas que nunca se gestionaron bien y siguen repercutiendo en nuestro organismo, ya que están sin resolver esos conflictos. Además, está estrechamente relacionado con asuntos del presente que pueden hacernos recordar estas situaciones pasadas y que podrían reabrir la herida.

      
      
             
      

Este llamado estrés debilita nuestro sistema inmunológico y provoca que seamos más vulnerables ante posibles enfermedades.

¿Cómo actúa el estrés en nuestro cuerpo?

El estrés es solo un factor muy pequeño, pero el que avisa de la situación. Se puede decir que es la manera que tiene nuestro organismo de responder ante las situaciones o decir cuando está agotado. Puede ir desde un dolor de tripa hasta caerse el pelo, pasando por mordernos las uñas.

El estrés lo único que hace es activar al cuerpo, y lo hace segregando sustancias desde el cerebro para exteriorizar la situación. El cuerpo se pone en estado de alerta.

      
      
             
      

Como eliminar el estrés

Es una situación, que al igual que todas, hay que saber llevarla, y, por supuesto, enfrentarla. No hay que enfrentarse a todo de golpe, es mejor llevar un plan sobre las distintas situaciones para marcarse una ruta de actuación organizada que nos ayude a, poco a poco, identificar los problemas y ver como atacarlos.

Lo primero es identificar que es lo que depende de mi mismo y separarlo de lo que depende de los demás. Poner nombre a cada uno de los problemas es algo que tranquiliza, porque cuando estamos tranquilos, tomamos mejor las decisiones.

Mujer estresada

Ayudarnos de otras personas es muy recomendable en algunas situaciones, ya que al mostrar el problema a otros, ellos pueden ver de otra manera como afrontarlo y así ayudarnos con la posible solución.

Hay que tener claro que no podemos llegar a todo, y lo que debemos hacer, es establecer prioridades. De hecho, estaría mejor decir que si se puede llegar a todo, pero no a la vez, ya que cada uno necesita su tiempo para hacer una tarea. Además, hay que saber tener en cuenta que no todos los días se rinde igual, no tenemos la misma energía y, por lo tanto, no seremos igual de rápidos y no podremos hacer lo mismo.

De adultos a niños

En el ámbito familiar, los padres, sin querer, tienden a cargar, en ocasiones, sobre sus hijos o las personas con las que se convive, las situaciones que sufren de manera diaria. Es aquí, cuando ellos ven el estado de ánimo de quien padece de estrés, y podría decirse que se contagia. En el caso de los niños, muchas veces su comportamiento es un espejo de la manera de ser de los padres.

Los consejos de la experta son:  escuchar al cuerpo y saber aceptar que no estamos igual todos los días, y también es importante proponernos retos que sean realistas, y por último aprovechar bien el entorno que nos rodea.

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