SOCIEDAD
Stella Sánchez, fue adoptada a los tres años: " Nuestro primer trauma es..."
Nació en Honduras pero fue adoptada por una familia en Valencia. Ahora se ha convertido en psicóloga y ha hecho de la adopción y el apego su especialidad.
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El kilómetro cero en nuestra vida es nuestra madre. Después de nueve meses en su vientre, llegamos a este mundo pequeños, indefensos y hambrientos de cuidados. “El cuerpo de la madre es el hábitat del recién nacido”, dice el neonatólogo sueco Nils Bergman.
Allí se encuentran respuestas a todas las necesidades básicas: calor, alimento, protección. Sin embargo, cuando ese vínculo se interrumpe, el impacto puede ser profundo y duradero, tanto para el bebé como para la madre.
La separación de una madre y su hijo, incluso cuando se es bebé, deja cicatrices invisibles pero profundas. Aunque el bebé no tenga recuerdos conscientes, la ausencia de ese primer vínculo impacta en su desarrollo emocional y neurológico.
Es Stella Sánchez Alcalá, una joven de 25 años, que sabe muy bien de lo que habla. Nació en Honduras y a los tres años y medio fue adoptada por una familia en Valencia. Esta semana, desde COPE Santiago, comparte su historia.
Uno puede crecer rodeado de amor, en una familia adoptiva que lo adore, pero aún así, queda dentro un vacío. Una incógnita que a menudo acompaña durante toda la vida. Stella se ha convertido en psicóloga y ha hecho de la adopción y el apego su especialidad. Porque no sólo entiende este camino desde los libros, lo entiende también desde su propia piel.
De hecho, Stella cuenta cuál es el primer trauma de las personas adoptadas: " Nuestro primer trauma viene de la primera separación de nuestra madre biológica. Este impacto emocional genera heridas emocionales que nos acompañan durante nuestra vida".
Cuando un bebé nace crea vínculos de apego con las figuras cuidadoras, incluso antes de tener un lenguaje desarrollado. Romper este vínculo, genera la sensación de abandono y desamparo, aunque el bebé no lo recuerde conscientemente, una sensación que más adelante arrastrará en su vida de adulto, ¿es posible su reparación?
PRIMERO ENCUENTRO EN ESPAÑA PARA PERSONAS ADOPTADAS
Stella ha participado hace unos días, junto con otros jóvenes, en el primer encuentro en España para personas acogidas, adoptadas y ex-tuteladas. El epicentro de esa conversación ha sido Santiago de Compostela, un lugar seguro para abrir una conversación silenciada demasiado tiempo en silencio.
Jason Andrés Solz acompaña a Stella. Jason llegó a España desde Colombia con solo tres años. Ahora a punto de cumplir 28, se dedica a dar visibilidad a la realidad que viven las personas adoptadas a través de las redes sociales.
Aunque el punto de partida de sus experiencias es único, cada historia es diferente. Gabriela Legaspi, por ejemplo, llegó desde Perú a España con apenas dos años. Desde entonces ha viajado hasta en cinco ocasiones a su país de origen. Conectar con sus raíces ha sido su manera de llenar el vacío y encontrar respuestas
40 jóvenes se han reunido para compartir sus vivencias en un espacio seguro, lejos de la mirada de padres, tutores o técnicos. Porque, aunque la adopción sea un acto de amor, no se puede negar que también está teñida de pérdida, de dudas y preguntas.
Lucía Rabadán nació en China y vive en Albacete. Ella es la portavoz de CORA en España, la coordinadora de Asociaciones de Adopción y Acogimiento, que está integrada por 19 asociaciones de familias adoptivas, familias acogedoras y personas adoptadas: "Dentro del colectivo hay muchas realidades diferentes, y es bueno que las haya porque es lo que queremos visibilizar, que somos diferentes entre nosotros".
Dicen que el amor puede curar casi todo, pero a veces es necesario más: tiempo, espacio y comprensión. La adopción no es un final feliz en sí mismo, es el comienzo de una nueva historia. Escuchar, visibilizar y acompañar son los pasos hacia una verdadera reparación. Al final, no se trata de cerrar las heridas, sino de aprender a caminar con ellas.