Juan Solo: "La verdad sobre la que se guarda silencio: problemas sindicales y acoso laboral a los robots"

La particular visión de la actualidad de Juan Solo en La Tarde. 

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Hoy las noticias nos llevan de nuevo a un país tranquilo, donde la gente se toma las cosas con calma, y la clase política es como la nuestra: equilibrada y sensata: Reino Unido. 

Es una noticia sorprendente que nos habla de un nombre en desuso, Nigel. En 2016 sólo se bautizó a 3 niños con el nombre de Nigel en todo el Reino Unido. Para entender esto, en España el equivalente sería Tiburcio, o algo así. El dueño de un pub en un pueblo inglés se llama Nigel y como cada vez hay menos personas con ese nombre organizó una fiesta: la NIGEL NIGHT. Una noche para todas las personas que se llamaran Nigel. El dueño del pub esperaba a unas veinte personas con las que se tomaría unas pintas pero la previsión se le fue de las manos. Acudieron a la fiesta 433 Nigel de todo el mundo. Hubo uno que fue desde Chile y otro Nigel que viajó desde Texas (16 h de vuelo). Lo mejor es que convenció a sus amigos de que le pagaran el viaje. Esto también se hace en España. Ya es habitual que el 12 de octubre se concentran en Zaragoza las Pilares. Hay tantas que ya lo llaman las Pilares de la Tierra.

Y nos quedamos en Inglaterra porque tienen un problema serio con la tecnología. Y no, no me refiero a Boris Johnson con el secador de pelo: algo muy serio.

La tecnología está por todas partes. Negarlo sería absurdo. Y dentro de estos avances entran los robots. Hace años parecía algo de ciencia ficción pero ya se han convertido en una realidad.

Los robots trabajan en las fábricas junto a los seres humanos. Y tienen muchas ventajas sobre nosotros. Los robots no te dan la lata, no salen a fumar, no van a trabajar con resaca, no cogen puentes... Pues esto será en Japón porque en el Reino Unido hay mal rollito.

Un reciente estudio (serio) ha demostrado que los británicos sabotean a los robots por miedo a perder su empleo. No los estropean porque eso supondría dañar una propiedad muy cara, pero sí que dificultan su trabajo o lo sabotean. ¿Qué harán? ¿Les esconden los folios para que no impriman? Levantan polvo para que se les meta por las juntas?

Lo que más me ha llamado la atención es que el estudio revela que los trabajadores británicos tampoco se “relacionan con los robots”.

No le dicen: chaval, ¿quieres venir a cenar a casa esta noche? Mi mujer ha preparado pavo. El robot debe de ser el pesado que nunca tiene tiempo para divertirse.