Fernando de Haro: "Mecachis, que a Pablo Iglesias se le olvidó consultar la ley electoral de Madrid"
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Mecachis, que malos son los despistes. Te dejas las luces encendidas en el coche y llegas a la mañana siguiente y tiene la batería descargada. Mecachis que se te olvida renovar el seguro de la casa, se inunda el baño y te cuesta una pasta.
Mecachis, que a Pablo Iglesias se le olvidó consultar la ley electoral de la Comunidad de Madrid, que está bien hecha, y que dice que no se pueden convertir en candidatos los que sean miembros del Gobierno de España y eso le obliga a abandonar el Gobierno no cuando había pensado en 14 de abril sino el próximo martes 30 de mayo.
Mecachís, que se va antes del Gobierno y hoy ha anunciado que se va también ya del Congreso.
"Estoy seguro que todos le echaremos de menos", le ha dicho el vicepresidente segundo del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.
Aplausos de los de Podemos y aplausos de los del PSOE. Iglesias se va del Congreso cinco años después de haber llegado con mucha expectativas, mucha retórica antifascista, hoy también ha tirado de retórica antifascista, pero claro después de su gestión con las residencias, con las ayudas a los dependientes y tantas otras cosas más, la retórica ya no sonaba igual. En realidad, la despedida ha sido su respuesta a Teodoro García Egea. Iglesias en un cara a cara con el secretario general del PP, ha hecho dos cosas. Una, ha anunciado que va a ir a la Fiscalía anticorrupción para que investigue la compra de diputados de Ciudadanos por el PP.
Lo hace porque está en campaña contra Isabel Díaz Ayuso, ¿Este es el mismo Iglesias u otro Iglesias que el que decía que no había que judicializar la política?
La otra frase de despedida ha sido el pronóstico de que el PP no volverá al Consejo de Ministros.
Es una frase que ya ha dicho en otras ocasiones Iglesias y no es una anécdota. Podría ser que los españoles no votaran al PP más, que el PP no consiguiera nunca los apoyos parlamentarios. Pero esa amenaza que Iglesias ha repetido en varias ocasiones muestra la voluntad de que no haya alternancia, cuando la alternancia es lo normal en una democracia. Esa frase implica la voluntad de que el enemigo quede destruido. La política como la destrucción no del adversario sino del enemigo, porque el otro es el enemigo.
Eso es lo que deja como legado, como herencia, en su última intervención.