Fernando de Haro: "Sánchez no va dejar que los precios fluctúen libremente y eso es malo"

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¿Es normal ganar un millón de euros por una llamada? Es la pregunta que le ha hecho Adolfo Carretero a Alberto Luceño, Alberto Carreño es el juez que investiga la presunta estafa por la compra de mascarillas del Ayuntamiento

A Alberto Luceño le parece normal cobrar un millón de euros con una simple llamada. ¿Por qué dice eso Luceño? Hay una primera respuesta evidente: porque considera normal una presunta estafa. ¿Pero por qué más? Quizás sea por lo que dice un personaje de una de las novelas del escritor francés Houbelleq. “Sencillamente –dice este personaje- ya no se reúnen las condiciones históricas para que los occidentales seamos felices». Y algunos que pueden, piensan que pegar un pelotazo de un millón de euros silencia la infelicidad.

Ya lo dice Estopa ni pa ti ni pa mi. Hace casi dos meses la presidenta de la Comisión Europea anunciaba que se había llegado un acuerdo para poner en marcha la llamada excecpión ibérica, que los gobiernos de España y Portugal pudieran ponerle un tope al precio del gas para bajar la factura de la luz.

Si se pone un tope al gas, la factura es más baja, sobre todo para los que tienen una tarifa que varía diariamente. El Gobierno había pedido que el tope estuviera en 30 euros megavatio y Bruselas autoriza 40 euros y excepcionalmente 50.

Lo que va a hacer el Gobierno de Sánchez seguramente a partir del próximo martes es intervenir un mercado: es decir no dejar que los precios fluctúen libremente. ¿Eso es bueno o es malo? Intervenir mercados, sobre todo de forma estable, es malo. Pero en este caso lo previsible es que baje el precio de la luz y baje la inflación. Buena noticia. A 30 euros/MWh al gas se estima que el precio de la luz en el mercado mayorista se situaría en unos 120 euros/MWh. Ahora lo tenemos a 233 euros.

Es posible que el nuevo precio de la electricidad, artificialmente rebajado, atraiga a los consumidores franceses, lo que a su vez podría desplazar producción de electricidad más eficiente y barata. Pero ahora lo que hay que saber es quién y cómo paga la diferencia entre el precio real del gas y el precio intervenido. Porque lo que va a hacer el Gobierno no es un milagro: los que producen electricidad con gas van a vender a pérdidas. Si esas pérdidas se suman al déficit público tenemos un grave problema, si acabamos pagándolo los consumidores tenemos un problema aplazado y si el Gobierno pretende que lo paguen las eléctricas tenemos un buen lío.