Fernando De Haro: "Sánchez está dando satisfacción a Podemos"

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Pendientes de los focos activos en España y de si Nadia Calviño será finalmente presidenta del Eurogrupo. En esta situación, el presidente del Gobierno no se le ha ocurrido otra cosa más que abrir uno de los melones más peligrosos. Ayer, en la rueda de prensa que Sánchez ofreció con Comte, aseguró que las informaciones sobre el rey emérito eran "inquietantes y perturbadoras". Esto ya fue un cambio respecto a la posición que mantenía el Gobierno. Dos palabras muy buscadas que se habrán meditado bastante. Ciertamente, las informaciones que decíamos ayer sobre los 65 millones que podría haber cobrado el rey emérito de Arabia Saudí, ahí están las investigaciones judiciales abiertas.

En la situación en la que estamos, con un Gobierno con dos formaciones políticas, a Sánchez no se le ha ocurrido otra cosa que abrir el melón de la inviolabilidad. En una entrevista concedida a eldiario.es e Infolibre, aseguraba que quizás convendría hacer un cambio constitucional para limitar la inviolabilidad de Felipe VI. Ahí es nada. Esto no es nuevo. Ya lo dijo Sánchez en diciembre de 2018, cuando Podemos no estaba al frente del Gobierno.

Hablaba entonces por boca de Felipe VI y esto es algo muy complicado porque esto requiere modificar la Constitución. En este momento, abrir el melón de la inviolabilidad del Rey es una grave irresponsabilidad. El art. 56.3 de la Constitución señala que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”

Ahora bien, una vez que deja de ser Rey, ¿Qué ocurre? En esta intervención que les enlazo (aquí) nuestra vicepresidenta del Gobierno (y abogado del Estado) da por sentadas dos conclusiones:

1.- Que Don Juan Carlos deja de ser inviolable.

2.- Que deja de serlo solo para el futuro, porque conserva la inviolabilidad por los actos realizados mientras era rey.

La mayor parte de la doctrina constitucionalista entiende que la mención explícita a “la persona” del Rey implica una exoneración total de responsabilidad en todos los órdenes, ya sean penales, civiles, laborales, fiscales, etc., por cualesquiera actos realizados.

El Jefe del Estado no tiene el poder y quien tiene el poder no es Jefe de Estado. Es así porque en democracia donde hay poder hay responsabilidad y donde hay responsabilidad hay poder; como los reyes no tienen poder, no tienen responsabilidad, y como no tienen responsabilidad, no tienen poder. una monarquía no monárquica, como en estos días hacen algunos, es contradictorio. En fin, si un Rey atropella desmedida y continuamente el Ordenamiento y el decoro de la institución, nos aguarda una cuarta ficción: exigirle que abdique.

Todo el sistema de inmunidades respecto de los actos de los jefes de Estado están siempre relacionados con las funciones propias de su cargo y nunca pueden alcanzar a los comportamientos que nada tienen que ver con sus decisiones políticas. El Estatuto de la Corte Penal Internacional, ratificado por España, establece que para los delitos competencia de la Corte (lesa humanidad, genocidio, crímenes de guerra o agresión) los jefes de Estado carece de inviolabilidad.

Del Rey plantea desde el punto de vista jurídico dos interesantes cuestiones, cuyas implicaciones políticas son evidentes. La primera es si don Juan Carlos conserva el privilegio de la inviolabilidad por los actos personales realizados mientras era rey. La segunda es si resulta o no razonable su aforamiento.

La vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados, Gloria Elizo, ha pedido este jueves la abdicación del rey Felipe VI. La diputada de Unidas Podemos asegura que esta es la única forma de desligar a Juan Carlos I de la Jefatura del Estado.