Fernando de Haro: "Zapatero decidió abuchear a los estadounidenses al no levantarse al paso de la bandera"

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Pasadas las 10.30 de la mañana llegaban los Reyes este mañana al Paseo de la Castellana con la infanta Sofía. La Reina Letizia ha estrenado para la ocasión un vestido en color azul cielo con media manga fruncida. Hay unas fuentes que dicen que es de Felipe Varela y otras de María Barragán. La Reina llevaba el pelo recogido en una coleta con raya al medio, ha lucido grandes pendientes aguamarina. Al llegar a la Plaza de Lima, los reyes han sido aplaudidos, pero cuando se ha anunciado por megafonía la llegada de Sánchez ha habido abucheos y pitos

Desde hace años la crónica del desfile del día de la fiesta nacional parece una crónica taurina o una crónica de representación teatral en una corrala. Sánchez ya se llevó su ración de abucheos y pitos en 2018 y en 2019. Lo mismo le paso a menudo a Zapatero. Zapatero cuando era solo secretario general del PSOE, por su parte decidió abuchear a todos los estadounidenses al no levantarse al paso de la bandera de ese país.

El abucheo se ha convertido en una especie de desahogo de varios cientos de personas que se congregan a disfrutar del desfile. El abucheo es una forma estentórea de hacer crítica, una forma maleducada. Pero nos solo eso, el abucheo certifica la dificultada de abrir un espacio común en el que se reconozca que existe una nación, y que hay un día en el que se festeja esa nación. Hoy no es el día abucheos y de desahogos. Hay instituciones y los que está al frente, más allá de sus equivocaciones nos representan. La representación la tiene por mandato constitucional el Jefe del Estado, que es el Rey. Pero también el Gobierno y sus ministros. Abuchean los que oyen que se anuncia la llegada de Sánchez, pero abuchean y de un modo muy sonoro los socios del Gobierno de Sánchez, abuchean con su ausencia los independentistas y los nacionalistas que no quieren celebrar el día nacional.

Abuchea especialmente ERC que ha puesto en marcha una iniciativa parlamentaria que pide que se elimine el desfile militar y se dirija su coste a fines sociales. El Gobierno de la Generalitat ha decidido abuchear la fiesta nacional al celebrar hoy un consejo de Gobierno. Abuchean los presidentes de Cataluña, Pere Aragonés; de Euskadi, Íñigo Urkullu, de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; y de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page que no han venido a las celebraciones del 12 de octubre. Abuchea en Twitter, Pablo Iglesias criticando la Monarquía. Mal asunto este de que no haya un día en el que se pueda celebrar lo que somos como nación sin cuestionar las instituciones. El consuelo es que los abucheos tienen mucho de espejismo. Unos centenares concentrados en la Castellana, unos líderes de partidos que tienen tras de sí minorías. Las encuestas que publican hoy los periódicos reflejan que el 74 por ciento de los españoles están orgullosos de serlo. Una mayoría tan aplastante tiene derecho a una fiesta nacional sin complejos.

El abucheo, el abucheo en la calle, o lo que es peor, el escrache que tan de moda puso cierta izquierda es la certificación de un fracaso político. Se abuchea al mar actor, se abuchea al equipo contrario cuando se acerca a puerta. Pero cuando se abuchea al político o al presidente del Gobierno uno se convierte ya en un espectador pasivo, en un sujeto impotente que no tiene ya más derecho que el pataleo. Y en la política los ciudadanos siempre podemos ser protagonistas, porque votamos cada cuatro años y porque la política se construye de abajo arriba. En el barrio, en el trabajo. El mundo de los abucheos, de las cancelaciones, suele ser el mundo de los que no construyen.