De Haro: "Sánchez está empeñado con esto de Ferrovial en volver a los tiempos anteriores a la Transición"
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Hay que defender la libertad de expresión, claro que hay que defender la libertad de expresión. Es uno de los fundamentos de la democracia. Pero el que, como demócratas, queramos defender la libertad de expresión, no significa que tengamos que cortarnos la cabeza y dejar de distinguir cuando alguien dice tonterías, cuando alguien es fiable o no fiable. Por ejemplo, si llega un señor que no sabe nada de virus ni de medicina y de biología, y te dice que es lo mismo vacunarse, que no vacunarse es muy respetable como persona, pero las ideas que defiende ejerciendo su libertad de expresión no merecen respeto alguno.
Si llega un señor que no sabe el problema que tenemos en España con los suicidios de adolescentes y dice que es lo mismo tirarse por una ventana que recoger a quien se tira por la ventana, es un señor que tiene su dignidad, pero las tonterías que dice no tienen dignidad alguna. Lo curioso es que a los señores que dicen tonterías peligrosas se les hace la ola, incluso con dinero público, cuando pontifican sobre lo humano y lo divino.
Pedro Sánchez, sobre Ferrovial
Y habló, habló por fin el presidente del Gobierno, no sobre el Tito Berni sino sobre el traslado de la sede social de Ferrovial. Lo ha hecho en Finlandia, está en su gira para la presidencia europea y ha hablado para decir de la empresa Ferrovial y de sus principales accionistas que no son auténticos patriotas. Sánchez, que critica al PP por repartir carnets de españolidad, reparte carnets de malos patriotas.
Sánchez está empeñado con esto de Ferrovial en volver a los tiempos anteriores a la Transición. El mal de España desde la Guerra de la Independencia, es que media España ha considerado a la otra media una España con malos españoles. Una parte de los españoles que luchaban contra el francés pensaban que los ilustrados y liberales que impulsaron la constitución de 1812 eran malos españoles porque eran afrancesados.
Los liberales durante buena parte del siglo XIX consideraron que los conservadores eran una panda de integristas y retrógrados, malos españoles que retrasaban el progreso. Una parte de españoles consideró malos españoles a los que aplaudieron la vuelta de Fernando VII. Y una parte de los españoles consideraron que los que eran partidarios de Isabel II eran una panda de vendepatrias. Y una parte de españoles, los carlistas, consideraron que los liberales eran unos modernistas antiespañoles.
Cuando llegó la Primera República, los que querían una España federal o confederal consideraban que los monárquicos no eran patriotas y los católicos consideraban que los liberales no eran buenos españoles, que los librepensadores no eran buenos españoles, los libre pensadores pensaban que la Iglesia era el enemigo número uno de una España moderna.
Los republicanos pensaban que la restauración de la monarquía era un acto contra España y los monárquicos pensaron que echar a Alfonso XIII era una traición al país. Luego los republicanos verdes pensaron que los republicanos rojos no eran buenos españoles. Y viceversa. La cosa subió de tono y para ser español había que apoyar una Constitución hecha solo para una parte de España. Y la España conservadora dijo que la España republicana no era España. Y tampoco era español quien no apoyaba una revolución de sangre, y si no estabas con la federación de las tierras ibéricas, no eras español. Y luego, claro, llegó la Guerra Civil. Y ahora volvemos.
Esto, por desgracia, es muy viejo.