De Haro: "Un naufragio como este te hace caer en la cuenta de lo difícil que es ganarse la vida para muchos"

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Así suena en este momento el viento y las olas de diez metros en las aguas gélidas del Atlántico a 250 millas de Terranova. Las aguas se han tragado a los 11 marineros de los 24 que trabajan a bordo del 'Villa de Pitanxo'. Se han recuperado 10 cuerpos y hay, como sabes, tres supervivientes, y las fuerzas armadas y de salvamento marítimo canadienses buscan los que faltan. Salieron a por bacalao en este trabajo que hace que estés tres meses, cuatro meses, cinco meses, seis meses fuera de casa que te enteres de los partos de tu mujer por la radio, que nunca te deja dormir ni 8 ni 7 horas seguidas. Un trabajo durísimo.

El' Villa de Pitanxo' navegaba en la madrugada de este martes en condiciones infernales. Con olas que pueden llegar a ser de 14 metros, olas que son montañas. No sabemos todavía por qué se hundió el barco. No era un barco viejo. Su tripulación conocía la zona. Pero cuando los 24 del 'Villa de Pitanxo' se embarcaron ya tenían en la cabeza la sombra del naufragio.

No solo porque uno de ellos lo había vivido sino porque su trabajo es así. Todos los que pescan en Terranova saben que desde la campaña de 1991 hasta ahora, 80 marineros con base en Galicia han muerto y cinco han desaparecido en trece naufragios importantes.

Seguramente Pedro Herrera Couso, que nació hace 29 años en Marín, sabía muy bien las consecuencias de un golpe de mar. Pedro se casó hace cinco años y desde entonces había visto poco a su mujer, porque quien se dedica a la mar vuelve poco a casa. La mujer de Pedro tuvo hace unos meses un niño. Lo más probable es que crezca sin conocer a su padre. Es difícil imaginar el dolor que se vive en este momento en esa familia.

Como en la familia de Raúl, de Jonathan, de William, de Martín, de Edemon, de Ricardo que ya había sufrido otro naufragio, de Miguel, de Fernando, de Michael, de Francisco, de Martín, de Daniel, de Diego, de Edwin. En esas familias se preguntan si es justa la vida. Es una pregunta demasiado seria, demasiado acuciante para responder con una fórmula. Elizabeth, de origen peruano, que tenía a su sobrino en el barco, decía en las últimas horas que solo queda rezar, rezar para quien sepa y quiera, hacerse todos cargo del dolor de las familias.

Un naufragio como estos te hace caer en la cuenta de lo difícil que es ganarse la vida para muchos y de la distancia inmensa de la vida política de la gente gente.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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